La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

En esta ocasión, seguiré comentando la utilidad que brinda la arteriografía abdominal, como procedimiento de Radiología Intervencionista, en los pacientes con sangrado de tubo digestivo.

Para obtener la mayor cantidad de datos siempre se deben de evaluar las arterias que irrigan al tubo digestivo como son tronco celíaco y arterias mesentéricas superior e inferior con todas sus ramas; el orden en que se realicen las inyecciones selectivas variará de acuerdo con la patología de base y las observaciones provenientes de estudios ya realizados. Se debe de contar con conocimientos sólidos de la anatomía radiológica vascular normal del tubo digestivo, así como sus variables normales para alcanzar la mayor confiabilidad con este procedimiento. 

Al ser un procedimiento dinámico, las observaciones deben de analizarse y evaluarse durante el momento de la realización, con el objeto de lograr resultados de excelencia para el diagnóstico final. Para fundamentar el diagnóstico es necesario realizar inyecciones selectivas en diversos vasos y obtener suficientes proyecciones de los trayectos vasculares a analizar. Es la evaluación preliminar la que indica el orden en el que se van a estudiar los territorios vasculares, pero nunca debe obviarse alguna zona, menos aún si en el momento del procedimiento se llega a descubrir una lesión. Durante la realización de la angiografía diagnóstica, el radiólogo intervencionista y el médico tratante deben decidir si se procede a efectuar un procedimiento terapéutico, lo anterior de acuerdo a los hallazgos angiográficos. El mismo catéter se llega utilizar para la inyección de fármacos vasoconstricciones (con el propósito de reducir el calibre de las arterias y tratar e detener con esto, la hemorragia) o materiales para embolización. Tras concluir, se analizan las imágenes, se estudia y se evalúa la anatomía, tratando de definir la normalidad de lo que se aprecia, se verifica la integridad de los trayectos vasculares y, en su caso, la utilidad del procedimiento terapéutico puesto en práctica. 

Para que un estudio pueda ser considerado como normal, deben de identificarse los siguientes hallazgos en las imágenes: 

No detectar alteraciones en el sitio de origen de las arterias, en su trayecto y en su calibre, pues este último debe de ir disminuyendo paulatinamente. Han de tenerse en cuenta las diferentes variantes anatómicas, sobre todo lo referente al origen de los vasos principales y las anastomosis, para no confundir éstas con colaterales patológicas. 

La división en las diferentes ramas debe de ser evidente, con orden y sin interrupción brusca de los trayectos que condicionen áreas avasculares y no han de observarse vasos de neoformación. Es muy importante valorar que los contornos de los vasos sean nítidos. 

El tiempo de circulación también debe de ser normal, sin áreas de retardo, tinción tisular persistente ni flujo venoso acelerado de tipo focal o segmentario que genere la duda sobre la presencia de fístulas arteriovenosas, malformaciones vasculares o neoplasias. 

El retorno venoso debe ser simétrico, sin que se aprecien áreas de estancamiento o ausencia del medio de contraste inyectado.

Aunque se trata de procedimientos complementarios, la arteriografía tiene algunas ventajas sobre estudios de endoscopia, de tubo digestivo alto o del bajo, porque no se requiere tanta cooperación del paciente,  ya que estará sedado durante el procedimiento, se puede realizar en pacientes muy enfermos, no necesita preparación especial, y por último, permite un diagnóstico certero a pesar del sangrado activo que ocupa la luz del tubo digestivo.

El éxito del estudio se calcula entre 14 a 72%, según diversos autores;  estos porcentajes dependen del tipo de población estudiada, el tiempo entre el inicio de la hemorragia y la realización del estudio, y de la habilidad y preparación en la evaluación de la imágenes del Radiólogo Intervencionista que realiza el procedimiento.

La posibilidad de descubrir el foco hemorrágico en los casos agudos y masivos depende en gran medida de la extravasación del material de contraste inyectado; para visualizar el sangrado de origen arterial, la fuga debe de ser, de por lo menos 0.5 mL/min. Existen otras situaciones que limitan la posibilidad de demostrar el sitio de sangrado y son las siguientes: 

1.- Sangrado de origen venoso

2. Errores al realizar el procedimiento, como son inyecciones en la arteria equivocada, inyección no selectiva, volúmenes y velocidad de inyección inadecuados y exclusión del sitio de sangrado dentro del campo de visión radiológica.


3. Desaparición temporal de la hemorragia por hipotensión (efecto vasovagal o pérdida excesiva de sangre) o por ser de carácter intermitente.

4. Control definitivo de la hemorragia.

También se debe tener presente que los antecedentes de hemorragia, transfusiones, hipotensión ortostática que esta se origina con los cambios de posición del paciente o taquicardia, no son datos predictivos para un estudio angiográfico positivo.

En la siguiente comunicación, seguiré con mas datos útiles que se obtienen con la arteriografía abdominal.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

Tal y como había mencionado en la comunicación previa, comenzaré con la descripción de los diferentes estudios de imagen que se emplean para diagnostico y tratamiento de estos pacientes con sangrado de tubo digestivo.

Pueden realizarse con o sin estudios previos de endoscopia, en caso de que este estudio no permita descubrir el sitio de sangrado, o sólo apreciar que a través de la válvula ileocecal (que conecta el intestino delgado en su porción conocida como íleon, con el intestino grueso a nivel del ciego) existe paso de sangre proveniente del intestino delgado, es el momento de iniciar el estudio del paciente con los diversos métodos con que se cuenta en la actualidad en el arsenal de la imagenología diagnóstica y terapéutica.

El primero de ellos es el que se efectúa en el Departamento de Medicina Nuclear, conocido como Gamagrafía.

Este procedimiento que corresponde a estudio de diagnóstico, puede ser útil en los casos en que no se documentó el sitio de sangrado por endoscopía o que arrojó resultados inconclusos, o que no pudo realizarse por cualquier razón, también es útil para guiar la realización de estudio de panangiografía abdominal o cuando ésta no debe de considerarse porque la intensidad de la hemorragia es menor que la requerida para que este estudio resulte de utilidad o porque existe sangrado intermitente. 

Este estudio tiene alta sensibilidad para detectar hemorragias, permite una vigilancia continua del tubo gastrointestinal por varias horas, resultando posible detectar sangrado intermitente y proporcionar información pronostica que puede utilizarse para identificar pacientes de alto riesgo. Además, es un procedimiento bien tolerado, fácil de realizar y no requiere preparación especial del paciente. 

Las técnicas más utilizadas para detectar el sitio de sangrado se basan en el uso de sulfuro coloidal marcado con tecnecio-99m y en los eritrocitos autólogos marcados in vivo con tecnecio-99m. Una variante es la aplicación de pertecnetato de tecnecio-99m en la búsqueda de divertículo de Meckel (localizado en el ileon terminal) con positividad en casos de  que exista en ese sito lo que se conoce como mucosa ectópica gástrica hemorrágica, sobre todo en casos de sangrado en niños y adultos jóvenes, aunque se debe de recordar que solamente el 60% de los divertículos de Meckel muestran mucosa gástrica, con lo que un estudio negativo, no necesariamente excluye esta patología. 

El estudio con eritrocitos autólogos marcados in vivo con tecnecio-99m es el más utilizado. Tiene una sensibilidad del 93% y una especificidad del 95% para detectar sitio de sangrado activo arterial o venoso con velocidades tan bajas como es 0.04 mL/min en cualquier sitio del tubo digestivo. La capacidad de realizar imágenes en tiempos prolongados lo transforma como un procedimiento extremadamente útil para detectar sitios de sangrado intermitente. Pero, la resolución limitada de este procedimiento no permite precisar la localización anatómica certera del sitio de sangrado.

Su papel es mayor en la evaluación del sangrado de intestino delgado, debido a la limitada sensibilidad de la endoscopia en esta región, transformándose en un examen de evaluación rápida para identificar si el paciente requiere angiografía como estudio de extensión, o pasa directamente a cirugía. 

El siguente procedimiento, que es tanto diagnostico como terapéutico es la arteriografía abdominal.

Es un procedimiento radiológico invasivo y cuyo propósito fundamental es detectar alteraciones en el sistema vascular, en cualquier región del cuerpo. Desde el decenio de 1970 se han publicado estudios acerca del cateterismo selectivo de arterias del tubo digestivo. Con la aparición de nuevas técnicas y procedimientos diagnósticos por imagen, este estudio ha quedado relegado a casos de hemorragia no detectable por estudios endoscópicos superiores y/o inferiores, por origen en sitios no accesibles a la endoscopia como yeyuno e íleon, que ya han sido aprecia- dos en estudios de medicina nuclear, en situaciones de urgencia por hemorragia que pone en riesgo la vida del paciente por importante inestabilidad hemodinámica, como estudio preoperatorio para mapeo vascular y como parte de procedimiento intervencionista para tratar de detener el sangrado en pacientes con alto riesgo quirúrgico, mediante embolizaciones.

Este estudio tiene una sensibilidad entre 63-90% y de 40-86% para sangrado de tubo digestivo alto y bajo, respectivamente, y una especificidad del 100% para ambos. El empleo de bióxido de carbono como material de contraste y las infusiones arteriales selectivas en territorio por estudiar con vasodilatadores, trombolíticos y/o anticoagulantes, pueden incrementar la sensibilidad de la arteriografía selectiva. 

La extravasación del contraste hacia la luz intestinal es el signo patognomónico de sangradon activo gastrointestinal, pero también existen signos indirectos que incluyen la detección de pseudoaneurismas, fístulas arteriovenosas, aumento en la densidad de la pared del asa, neovascularidad y extravasación del contraste hacia un espacio confinado. Las contraindicaciones son la presencia de aneurisma de aorta abdominal complicada por disección parcial o presencia de grandes trombos murales, oclusión total de la aorta abdominal (enfermedad de Leriche), presencia de injertos aortoiliacos o aortofemoral, presencia de prótesis de colocación percutánea y lesiones de arterias iliacas por placas de ateroma que condicionen oclusión o estenosis que impidan la introducción de guías y catéteres angiográficos. Hasta la actualidad, sigue utilizándose la técnica de punción percutánea  descrita por el Dr. Sven-Ivar Seldinger en 1953, si bien con variantes dictadas por los avances en la calidad de los materiales empleados. 

En la siguiente comunicación, continuare enunciando la utilidad de la angiografía abdominal en estos pacientes.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

Esta vez, comentare alguno de los puntos básicos e importantes en la evaluación clínica de un paciente con este tipo de patología, la cual sirve para tomar decisiones medicas correctas, tanto para el clínico com o para el radiólogo intervencionista.

La hemorragia gastrointestinal clínicamente puede ser aguda o crónica; de acuerdo a la intensidad de la misma se clasifica como moderada o severa y a la frecuencia como continua o recurrente.

El desafío diagnóstico inicial es el distinguir si el origen del sangrado es del tubo digestivo superior o del inferior; no obstante que el diagnóstico puede ser obvio, un grupo de pacientes pueden ser confusos en su comportamiento clínico. 

Las causas comunes de sangrado de tubo digestivo alto son úlceras gástricas y duodenales, gastritis y duodenitis erosivas, várices esofágicas, síndrome de Mallory-Weiss, tumores y angiodisplasias. Son motivo de hospitalización en Estados Unidos en aproximadamente 0.1% de todos los pacientes que se hospitalizan al año, y de éstos, la mortalidad se encuentra alrededor del 10%.

Las de origen bajo incluyen a la enfermedad diverticular complicada, angiodisplasias, neoplasias, procesos inflamatorios del colon, úlceras colónicas y lesiones anorrectales. Son menos comunes que las originadas en el tubo digestivo alto, correspondiendo aproximadamente al 30% de todos los casos de sangrado, y al .02% de las hospitalizaciones anuales, con un rango de mortalidad de 3.6% de los mismos. Afectan con mayor frecuencia a pacientes adultos ancianos, siendo 200 veces más frecuente que ocurra en pacientes de 80 años que en pacientes de 20 años.

En la evaluación diagnóstica no se debe de obviar el riesgo en el que se encuentran estos pacientes. Bordeley publico desde 1985, un estudio para identificar los factores predictivos tempranos que permiten definir a los pacientes de bajo riesgo, si es que los reunían, y éstos son: Edad menor de 75 años, ausencia de enfermedad comórbida inestable, sin evidencia de ascitis, tiempo de protrombina normal, presión sistólica de 100 mmHg o mayor y lavado gástrico libre de sangre. 

Así mismo y de manera complementaria en sentido opuesto, en el año 2001, la Sociedad Americana de Endoscopia Gastrointestinal, identificó cuatro factores predictivos básicos no endoscópicos de resangrado que deben de ser considerados en toda evaluación inicial debido a su utilidad, son los siguientes: Edad avanzada, inestabilidad hemodinámica ortostática (con los cambios de posiciones del cuerpo del paciente), enfermedades comórbidas (enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca, renal o hepática, neoplasia maligna) y el uso de anticoagulantes o la presencia de coagulopatías.

El empleo de la endoscopia, es en la actualidad el primer paso que se debe de dar en el estudio de todo paciente con sangrado de tubo digestivo de cualquier tipo (hematemesis, melena, hematoquezia o rectorragia) y se debe realizar lo más pronto posible. 

Varias comunicaciones se escribieron en la década de los años 90, donde describen la utilidad de que este procedimiento se base en factores pronósticos y revisiones retrospectivas para la estratificación del riesgo. Todo paciente al que se le va a realizar un procedimiento de este tipo, debe ser evaluado clínicamente, utilizando los parámetros conocidos por el Colegio Americano de Cirujanos en el ATLS, para aceptarlo como paciente y no ponerlo en más riesgo.

La endoscopia diagnóstica y de intervención terapéutica debe de ser considerada como un procedimiento temprano para control de hemorragia y para prevenir el resangrado. Se realiza de emergencia en pacientes que no pueden ser estabilizados hemodinámicamente por la sospecha de hemorragia continua. Se realiza en condiciones más controladas, pero en un tiempo no mayor a 24 horas, en pacientes que no tienen evidencia de hemorragia continua y que están hemodinámicamente estables. 

Los procedimientos endoscópicos diagnósticos y terapéuticos realizados de manera apropiada se asocian a un diagnóstico correcto, con menor estancia hospitalaria y con costos reducidos, ya que pueden reducir la frecuencia de resangrado y la morbimortalidad a corto plazo. Los procedimientos de tubo digestivo alto permiten descubrir como causas de hemorragia, y ser tratadas, a várices esofágicas y/o gástricas, gastropatía en pacientes hipertensos, úlcera gástrica y/o duodenal, síndrome de Mallory-Weiss y gastritis erosiva. Los de tubo digestivo bajo a enfermedad diverticular complicada, colitis, úlceras colónicas, hemorroides, neoplasias y angiodisplasias.

En la siguiente comunicación, comenzaré con la descripción de los diferentes estudios de imagen que se emplean para diagnostico y tratamiento de estos pacientes con sangrado de tubo digestivo.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

Voy a continuar y esta vez, voy a mencionar algunas consideraciones de la anatomía vascular del tubo digestivo, la cual debe un Radiólogo Intervencionista conocer a la perfección, sobretodo cuando se deben de realizar procedimientos endovasculares terapéuticos, así como  para explicarle al paciente y a los familiares que es lo que se va a realizar y donde, así como conceptos del cuadro clínico que se pueden presentar en estos casos.

Las principales arterias que primero se originan para la irrigación del tubo digestivo aon, el tronco celíaco y la arteria mesentérica superior, las dos primeras ramas de la aorta abdominal que originan la gran circulación regional, la que tiene muchas ramas y colaterales que irrigan la parte alta del tubo gastrointestinal. La extensa red de colaterales entre estas dos grandes entre estas grandes ramas arteriales, protegen a esta región del cuerpo, lo que permite llevar a cabo procedimientos quirúrgicos y de embolización, con un relativo bajo riesgo de pérdida de la circulación arterial, que pudiese condicionar falta de oxigenación de esos tejido y traducirse, en lo que médicamente se conoce como isquemia intestinal secundaria, con la consiguiente lesión grave del intestino, que puede llegar hasta la perforación de un segmento del intestino.

Las arterias mesentérica superior y la inferior, forman una serie de arcos que se interconectan y producen una circulación colateral que fluye a través de la porción baja del tubo digestivo. Aunque la descripción clásica de la anatomía vascular mesentérica se puede encontrar en diversas comunicaciones, es importante recordar que las variantes anatómicas son muy comunes. En el reporte del Dr. Nelson desde 1988, menciona que solamente los patrones clásicos de descripción de vasos arteriales correspondientes al tronco celíaco, mesentérica superior y me- sentérica inferior se presentaron solamente en 22, 24 y 16% respectivamente en los casos estudiados por disección en cadáveres. 

La hemorragia gastrointestinal también puede ser de origen venoso. Cuando está localizada en la porción alta, típicamente se debe a várices esofágicas y/o gástricas, las cuales se originan de la vena coronaria o de las venas gástricas cortas en casos de hipertensión portal. No obstante, aproximadamente en 30% de los pacientes con hipertensión portal y várices coexistentes que presentan sangrado de tubo digestivo alto, el origen es arterial. El sangrado venoso localizado en el tubo digestivo bajo comúnmente es originado en los plexos venosos hemorroidales interno o externo. 

Dentro de las consideraciones clínicas, se deben de tener en cuenta las siguientes.

La velocidad del sangrado y la presencia de enfermedades asociadas condicionan la presentación clínica del sangrado gastrointestinal. Los pacientes pueden mantenerse asintomáticos hasta que la cantidad de sangre perdida excede la cantidad de 100 mililitros diarios. La taquicardia y la hipotensión arterial comúnmente aparecen cuando la pérdida aguda de sangre rebasa los 500 mililitros y los datos de colapso vascular típicamente aparecen cuando hay pérdida del 15% o más del volumen sanguíneo circulante. En aproximadamente 75% de los casos de hemorragia superior y el 80% de inferior, el sangrado se detiene espontáneamente con las medidas de soporte; en el restante 20 a 25%, otras intervenciones son necesarias para detenerla, involucrando a cirujanos, gastroendoscopistas y radiólogos intervencionistas. El efecto de la hemorragia aguda se puede complicar con alteraciones como falla cardiaca, renal, neurológica y/o pulmonar, lo que condiciona morbilidad y mortalidad significantes, sobre todo en pacientes en los que el sangrado no cesa espontáneamente con las medidas implementadas. Tan es así, que la mayoría de los fallecimientos atribuidos a hemorragia gastrointestinal ocurre en pacientes ancianos y están asociados con condiciones mórbidad exacerbadas por la perdida de sangre.

La evaluación clínica inicial y el manejo terapéutico están dirigidos directamente a la restauración del volumen circulante sanguíneo, de la corrección de cualquier tipo de alteraciones en la coagulación y secundariamente, a la localización clínica del sitio de sangrado superior o inferior. No obstante, la localización clínica no siempre es precisa. Como ejemplos, el sangrado de tubo digestivo alto, con pérdida importante y rápida de sangre se puede manifestar como hematoquezia debido a las propiedades laxantes de la sangre; el movimiento del colon y la velocidad de sangrado pueden ser muy lentos, lo suficientes para que el sangrado localizado en el colon derecho se manifieste como melena o la combinación de melena y sangre roja oscura transrectal. Por lo que, la revisión clínica detallada y las evaluaciones subsecuentes, empleando algún tipo de procedimiento de diagnóstico por imagen, deben de tener como objetivo primario, localizar el sitio de sangrado. 

Se debe de recordar que en muchos casos, el sangrado gastrointestinal es intermitente o cesa espontáneamente, transformándose en un dilema diagnóstico y terapéutico. Es esencial que el estudio de estos pacientes se realice al momento del sangrado activo, para obtener la máxima detección.

En la siguiente entrega, comentare alguno de los puntos básicos e importantes en la evaluación clínica de un paciente con este tipo de patología.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

Como hice saber en la anterior entrega, mencionaré ahora algunos conceptos importantes cuando se describe el tipo de sangrado del tubo digestivo, entre los que están las siguientes definiciones de dichos conceptos, siendo necesario aclarar los términos que frecuentemente se emplean en referencia al paciente con hemorragia gastro- intestinal. 

Se llama hemorragia gastrointestinal alta a la que se origina proximal al ángulo de Treitz. 

Hemorragia gastrointestinal baja es la que se origina en un punto distal al ángulo de Treitz (que es el sitio anatómico donde el duodeno se une al yeyuno, porciones anatómicas del intestino delgado), por lo que y de acuerdo a esta definición, el intestino delgado se considera como tubo digestivo bajo. 

Hemorragia gastrointestinal oculta o microscópica es la pérdida de sangre que no es posible detectar con bases clínicas, sino únicamente con pruebas de laboratorio que permiten detectar la sustancia conocida como hemoglobina peroxidasa; esta prueba debe de ser repetida por lo menos dos veces en cada muestra de materia fecal, o en tres diferentes muestras, ya que el sangrado puede ser intermitente en los casos de hemorragias en cantidades pequeñas, lo que condiciona la presencia de sangre oculta en materia fecal y se asocia a anemia.

Hemorragia gastrointestinal de origen incierto es la pérdida de sangre gastrointestinal, microscópica o macroscópica, cuyo origen no puede establecerse a pesar de un método diagnóstico apropiado. 

Hematemesis es la presencia de sangre en vómito, que puede ser fresca o no reciente, que es descrita como “en pozos de café”, dependiendo de la concentración de ácido clorhídrico y del tiempo que éste ha estado en contacto con la sangre. Invariablemente es de origen gastrointestinal alto. 

Melena es la evacuación de color negro, de consistencia disminuida, fétida, características debidas al contacto de la sangre con el ácido clorhídrico; por lo general se origina en el tubo digestivo superior, aunque hemorragias de tubo digestivo bajo que no son intensas pueden llegar a producir evacuaciones melénicas. Se ha demostrado que se necesitan hasta 100 mililitros de sangre para producir una evacuación melénica, aunque el paso de sangre a nivel del ciego puede ocasionar evacuaciones de este tipo, cuando es una cantidad cercana a los 300 mililítros, lo cual pone de relieve que para dar esa característica a las evacuaciones es más importante el tiempo de tránsito intestinal que la intensidad de la hemorragia. La hemorragia que es suficiente para producir hematemesis, usualmente también resulta en melena, pero menos de la mitad de los pacientes con melena se asocian con hematemesis. 

Hematoquezia son las evacuaciones de color rojo brillante o color vino tinto, y por lo general se originan en el tubo digestivo bajo, aunque las hemorragias muy intensas de tubo digestivo alto pueden llegar a condicionarla. 

Rectorrágia no debería utilizarse en sentido general, porque implica una entidad diagnóstica; sin embargo, su uso es frecuente en la práctica clínica e implica evacuaciones de sangre fresca o acompañada de ella. Por lo común, implica un origen anal o rectal, aunque se ha demostrado que cualquier tipo de lesión del colon izquierdo que llegue a sangre, puede condicionar este tipo de evacuaciones.

Todo médico debe de conocer esta terminología, pues de inicio ya puede dar indicios del origen del sangrado y poder realizar los estudios de laboratorio y de imagen, para obtener rápidamente el diagnóstico certero de la ubicación, para después dedicarse a al diagnóstico etiológico que lo condiciona.

Desde estos momentos, el Radiólogo Intervencionista ya debe de estar planeando con detalle que procedimiento de diagnóstico y/o de tratamiento deberá realizar, ya que los médicos vemos enfermos, no enfermedades, y en cada paciente una misma causa etiológica, puede tener diversas manifestaciones clínicas, desde las más habituales y comunes, hasta las más raras y poco frecuentes.

En la siguiente entrega, mencionaré algunas consideraciones de la anatomía vascular del tubo digestivo, que es importante su conocimiento, sobretodo cuando se deben de realizar procedimientos endovasculares terapéuticos, así como del cuadro clínico que se puede presentar en estos casos.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

Antes de abordar el tema sobre el manejo que se puede llevar a cabo en los casos de hemorragia originada en el tubo digestivo, sin importar ubicación dentro del mismo, ni su origen, vale la pena comentar una serie de consideraciones importantes que deben de ser conocidos por todos.

La hemorragia aguda de tubo digestivo es uno de los principales datos clínicos que puede llegar a presentar un paciente con enfermedades a cualquier nivel del tubo digestivo y es causa común de hospitalización, con importante morbilidad y mortalidad. Se puede presentar desde una hemorragia microscópica que condicione pocos síntomas y sea un dato incidental de laboratorio, al realizar estudios por otra causa, hasta el otro extremo en el cual puede existir sangre visible en las evacuaciones, que ponga en riesgo la vida del paciente, por francas alteraciones hemodinámicas. En el primer caso, no debe de evaluarse de manera superficial, ya que en patologías graves, como es el caso de tumores malignos, éste puede ser el único dato clínico. Los especialistas en el tratamiento de patología digestiva deben de tener una idea clara de las causas posibles de hemorragia, y del método diagnóstico y terapéutico. 

Debe de tenerse en cuenta que la pérdida aguda de volumen sanguíneo circulante es común en los pacientes que acuden al Servicio de Urgencias por presentar sangrado de tubo digestivo sintomático; pueden perder cantidades significativas de sangre antes de recibir atención médica y estas pérdidas son difíciles de cuantificar, pues existen diferencias sustanciales que dependen de la velocidad de la hemorragia como tal, de la cantidad de volumen utilizado para estabilizar hemodinámicamente al paciente durante su traslado al hospital y de la capacidad intrínseca de cada paciente para adaptarse a la pérdida de volumen circulante. 

La detección y el tratamiento oportunos de la hemorragia son los objetivos básicos en el cuidado efectivo y la resolución de la misma. La hemorragia puede llevar a una disminución significativa de la perfusión sanguínea en los tejidos del cuerpo, aun en ausencia de baja en la presión sanguínea del paciente, lo que condiciona reducción en la oxigenación de los mismos e inicio de metabolismo anaeróbico, los cuales si no se corrigen, llevan a la presencia de disfunción orgánica múltiple, con repercusión en el incremento de la morbimortalidad. 

La evaluación y el tratamiento del sangrado agudo se transforman en un proceso complejo que con frecuencia requiere el abordaje multidisciplinario de especialistas, entre los más frecuentes: los de gastroenterología, endoscopia, cirugía general, medicina interna, urgencias, terapia intensiva y radiología intervencionista. La gran cantidad de cambios patológicos que condicionan la hemorragia a nivel del tubo digestivo, la longitud del mismo y en ocasiones la naturaleza intermitente del san- grado, pueden complicar la evaluación del paciente. Además, existen varias modalidades de diagnóstico por imagen y de intervenciones terapéuticas que se emplean en la actualidad para la evaluación y el tratamiento, cada una con sus ventajas y desventajas. 

En esta comunicación y en las siguientes que realizare, se revisaran los conceptos actuales en el manejo radiológico de la hemorragia digestiva, excepto la que es originada por sangrado de varices en la porción alta del tubo digestivo (esófago y estómago) ya que este es considerado un capítulo especial dentro de la Radiología Intervencionista, y se hará tanto desde el punto de vista de diagnóstico puro, así como del manejo de radiología intervencionista, mediante terapéutica temporal y definitiva, ya que el objetivo del radiólogo es localizar, caracterizar y cuando está indicado, apoyar el tratamiento del paciente.

 Se mencionarán conceptos importantes desde definiciones de términos que se utilizan en este manejo, algunas consideraciones anatómicas vasculares, consideraciones clínicas, evaluación diagnóstica, así como los diferentes tipos de estudios y procedimientos diagnósticos y terapéuticos de la radiología diagnóstica y de la intervencionista.