La Radiología Intervencionista y el cáncer de hígado

Voy a continuar ofreciendo más datos clínicos de este tipo de tumor y como mencione en la comunicación pasada, enunciare los procedimientos de Radiología Intervencionista existentes para el tratamiento de esta enfermedad; de manera inicial ya que algunos fueron mencionados con anterioridad, y les comentare de los recientes y mas exitosos que existen, siempre teniendo en cuenta las condiciones clínicas del paciente  en el momento de conocerlo.

El hepatocarcinoma no es un cáncer hereditario, pero existen enfermedades hereditarias que favorecen el desarrollo de cirrosis y por tanto de hepatocarcinoma, como el déficit de alfa-1-antitripsina (es una afección en la cual el cuerpo no produce suficiente cantidad de esta sustancia, una proteína que protege de daño a los pulmones y al hígado. Esta afección puede llevar a que se presente enfermedad pulmonar obstructiva crónica y cirrosis) o la hemocromatosis (enfermedad hereditaria que condiciona que el cuerpo absorba demasiado hierro de los alimentos que se ingieren y el exceso de hierro se almacena en los órganos, especialmente el hígado, el corazón y el páncreas), por lo que es necesario vigilar con mas detenimiento a este tipo de pacientes.

El hepatocarcinoma no es contagioso, pero algunos de los factores que predisponen a su desarrollo si pueden serlo, como la infección por el virus de la hepatitis B o hepatitis C, por lo que es necesario evitar riesgos de contagio de estas patologías, sobretodo por transfusiones sanguíneas sin control estricto, por otros fluidos corporales en el caso de la hepatitis B, o por agujas contaminadas, tatuajes y múltiples parejas sexuales, hetero u homosexuales sin prevención adecuada en el caso de la hepatitis C.

El pronóstico del hepatocarcinoma en general no es bueno. De acuerdo a la clasificación existente de Okuda, que esta basada en 4 criterios, se podrán crear 3 diferentes estadios o etapas clínicas de esta patología tumoral maligna, y son

1.- El tumor ocupa mas del 50% del hígado.

2.- Existe ascitis (liquido libre en la cavidad abdominal)

3.- La bilirrubina es mayor de 3 mg/dl en el análisis de sangre.

4.- La albúmina es menor de 3 g/dl en el análisis de sangre.

De tal manera que al valorar los criterios anteriores, los estadios son los siguientes:


Estadio I.- 0 criterios. Supervivencia media sin tratamiento es de 1 año.

Estadio II.- 1 o 2 criterios. Supervivencia media sin tratamiento, entre 2 y 3 meses.

Estadio III.- 3 o 4 criterios. Supervivencia media sin tratamiento es de 1 mes.

Las opciones existentes actualmente de curación del hepatocarcinoma son:


1.- Cirugía. Es la única posibilidad de curación. Sin embargo, pocos son los pacientes que pueden ser candidatos a la operación debido a la extensión, al tamaño o a la localización del tumor. Además, se requiere que la función del hígado no sea muy mala dado que, al quitar una parte del hígado, al hígado restante puede quedarle muy poca capacidad para mantener una función aceptable.

2.- Trasplante de hígado. Sólo puede realizarse en los casos que se descarte extensión del tumor fuera del hígado.

En los casos que no puedan realizarse las acciones previas, la única opción es realizar tratamientos paliativos para aumentar la supervivencia y mejorar la calidad las condiciones de vida del paciente y dependerá de la clínica del cada paciente:


1.- Quimioembolización de una arteria del hígado. Consiste en realizar un cateterismo e inyectar directamente dentro de una arteria del hígado una medicina contra al cáncer. Posteriormente se puede taponar la arteria que da riego al tumor, intentando así que, al no recibir riego, el cáncer se reduzca.

2.- Tratamiento de ablación con radiofrecuencia o crioablación. Consiste en la administración local de una energía térmica por radiofrecuencia o congelamiento

3.- Radioterapia. Preferentemente aplicada de forma precisa sobre el tumor (estereotáctica), que poco resultado terapéutico.

4.- Inyección de alcohol o de ácido acético en el interior del tumor. Para ello se punciona el tumor a través de la piel guiado por ecografía o tomografía computada-

5.- Quimioterapia general. El sorafenib es un fármaco que ha demostrado una mejoría en la supervivencia de los pacientes con hepatocarcinoma administrado sólo o combinado con otros medicamentos, aunque condiciona efectos secundarios que hacen que el paciente abandone el tratamiento.

En la siguiente comunicación, hablare de los tratamientos que se realizan a través de arterias que irrigan a este tipo de tumores.

La Radiología Intervencionista y el cáncer de hígado

El radiólogo intervencionista en la actualidad, en conjunto con el oncólogo clínico y el quirúrgico con experiencia en el manejo de este tipo de tumores malignos, han revolucionado el manejo de esta patología, en unión con las nuevas tecnologías y materiales

Antes de mencionar los procedimientos que se llegan a realizar, desde el mas simple al de mayor utilidad y actualidad se deben de realizar las siguientes precisiones.

El hepatocarcinoma (que ese es su nombre médico) es un tumor maligno del hígado que suele aparecer sobre tejido que ya tiene una enfermedad previa, desde hepatitis sobretodo de tipo B o C, hasta cirrosis. Es uno de los tumores malignos más frecuentes a nivel mundial, llegando a ocupar el quinto lugar en presentación del total de estos.

Cualquier circunstancia que favorezca el desarrollo de cirrosis aumenta el riesgo de hepatocarcinoma. Entre éstas están las siguientes:

Infecciones crónicas por el virus de la hepatitis B y de la hepatitis C.

Alcoholismo.

Déficit de alfa-1-antitripsina.

Cirrosis biliar primaria.

Hemocromatosis.

Enfermedad por hígado graso no alcohólico.

El hepatocarcinoma pasa inadvertido muchas veces porque se asienta sobre un hígado previamente enfermo y, por tanto, en pacientes que ya tienen diversos síntomas derivados de la enfermedad previa. En muchas ocasiones es un diagnóstico casual al observarse una masa en el interior del hígado mediante ecografía o TAC en una revisión periódica de un paciente con cirrosis.
Los síntomas que pueden presentar son: Dolor en la zona superior derecha del abdomen, pérdida de peso o cansancio mayor del habitual, desarrollo de complicaciones de la enfermedad previa, sobretodo si es cirrosis sin causa aparente, como liquido libre en la cavidad abdominal conocido como ascitis (en ocasiones con sangre), encefalopatía hepáticaictericia y/o hemorragia digestiva.

También se puede desarrollar de una complicación fuera del hígado, pero atribuible al tumor, lo que se denomina síndrome paraneoplásico, pudiendo ser:

Hipercalcemia (aumento del calcio en sangre),poliglobulia (aumento del número de glóbulos rojos en sangre), hipoglucemia (disminución de glucosa en sangre) y polimiositis (inflamaciones musculares diversas).

El diagnóstico inicial de sospecha de hepatocarcinoma se realiza mediante una ecografía de hígado, un tomografía computada o una resonancia magnética de abdomen, que en muchas ocasiones es fortuita, ya que se realizaron los estudios por otra razón o simplemente por chequeo. La confirmación puede realizarse tomando una biopsia del hígado, dirigido al sitio sospechoso de la enfermedad, a través de la piel (percutanea) con una aguja especial que realiza el corte en menos de un segundo, pues es automática dirigida por tomografía computada o por ultrasonido diagnóstico.

Con frecuencia el hepatocarcinoma es múltiple, apareciendo varias lesiones en el hígado a la vez. Muchas de estas lesiones pueden ser pequeñas y no apreciarse con el TAC o el resto de pruebas de imagen. Por eso, antes de decidir si el tipo de procedimiento terapéutico a realizare, puede ser necesario realizar una Angiotomoigarfia Computada, la cual puede detectar tumores de muy pequeño tamaño.
Un porcentaje importante de pacientes con hepatocarcinoma tienen una elevación importante en sangre de una sustancia llamada alfa-fetoproteina. Esta sustancia puede medirse para detectar de forma temprana la aparición de un hepatocarcinoma o para observar la respuesta que está teniendo al tratamiento.

El hepatocarcinoma puede prevenirse si prevenimos las enfermedades que se asocian con la aparición de cirrosis, es decir, evitamos el alcoholismo, las infecciones por virus B o C, o tratamos adecuadamente enfermedades que pueden conducir al desarrollo de cirrosis, como la hemocromatosis.


En un paciente con cirrosis hepática ya establecida, el desarrollo de un hepatocarcinoma no puede prevenirse. Es por ello importante hacer revisiones periódicas con análisis (medición de la alfa-fetoproteína) y con pruebas de imagen (ecografía) para detectarlo de forma temprana y poder tener más posibilidades de operarlo antes de que se extienda.

En las siguientes comunicaciones, seguiré ofreciendo más datos clínicos de este tipo de tumor, para después mencionar los procedimientos de Radiologia Intervencionista existentes para el tratamiento de esta enfermedad.

La Radiología Intervencionista y las técnicas de ablación

En esta comunicación, explicare en que consisten estas técnicas de ablación, con sus ventajas y desventajas de manera particular.

1.-  Ablación por Radiofrecuencia

Ventajas: Tratamiento bien evaluado, modo multipolar aumenta el volumen y es predecible el margen de la zona de ablación.

Restricciones: Daño por temperatura en estructuras adyacentes y el efecto de disipación de calor a vasos sanguíneos vecinos (La ablación por radiofrecuencia multipolar es menos sensible a este efecto).

2.- Ablación por Micro-Ondas

Ventajas: Temperatura más alta y más rápida comparada con radiofrecuencia y la disipación de calor es menor que en la radiofrecuencia.

Restricciones: Confiabilidad reducida en el punto establecido para la cantidad de energía a depositar.

3.-Crioablación

Ventajas: Fácil de monitorizar con las imágenes la progresión de la “bola de hielo” ya que se va observando ésta, por imágenes de ultrasonido de manera directa o por cortes de tomografía computada.

Restricciones: En los primeros equipos, presencia de criochoque, que es una caída brusca de la temperatura, sobretodo por los gases utilizados. En los últimos equipos, con tecnología avanzada, este problema ya no se da. Otras restricciones son las aplicaciones clínicas limitadas, usándose en riñón, hueso, mama, y en ocasiones en hígado y pulmón.

4.- Electroporación Irreversible

Ventajas: Riesgo limitado de lesión térmica de estructuras vecinas, poca sensibilidad al efecto de disipación de calor y ventajas sobre la radiofrecuencia, pues se predicen márgenes del tejido afectado

Restricciones: Aun solo hay datos preliminares y se debe de realizar directamente en el órgano por tratar, en quirófano por exposición directa. Ha tenido éxitos iniciales en el tratamiento de tumores pancreáticos.

Regresando específicamente al tratamiento de tumores renales por cualquier procedimiento de ablación, se va a conservar un gran porcentaje de la función renal, tienen un bajo rango de complicaciones y reduce los gastos totales si se compara con procedimiento quirúrgico tradicional. Por supuesto, que la selección del paciente a tratar debe de estar muy bien protocolizada, de tal manera que, por las ventajas referidas, la Radiología Intervencionista tiene un importante papel en el tratamiento multidisciplinario de los pacientes con cáncer renal.

La crioablación en tumores renales va a actuar a partir de los siguientes mecanismos:

Daño celular directo secundario al descenso térmico, formación de cristales de hielo en espacio extracelular que condiciona hiperosmolaridad, daño de la membrana celular y congelamiento intra-celular, daño hipóxico directo por lesión vascular, por presencia de vasocontricción/vasodilatación transitoria alternadas y daño endotelial, edema y trombosis de vasos sanguíneos. La muerte celular depende de tiempo y de la temperatura, así como de los ciclos de congelamiento – descongelamiento -congelamiento, con el propósito es condicionar necrosis licuefactiva, Actualmente se utilizan argón y helio para este procedimiento.

Las indicaciones para este procedimiento son en pobres candidatos a cirugía, con tumorenT1b o T2, enfermedad renal pre-existente crónica, cirugía contraindicada, insuficiencia renal y paliativo para reducir dolor y/o hematuria.

La lesión a tratar deberá ser evaluada tomando en cuenta diámetros y radios, exofítica o endofítica, cercanía a sistemas colectores y ubicación en relación a polos renales. Después del procedimiento, se dará manejo con analgésicos, estudio de control por tomografía computada a los 3 meses, y de éste, dependerán subsecuentes, pudiendo ser cada 12 meses por 5 años.

Como conclusiones se sabe que es de gran utilidad y valor, siempre y cuando sea indicada y realizada correctamente, es multidisciplinaria e interdisciplinaria, el médico tratante manda, pero debe de tener criterio amplio para aceptar los comentarios del intervencionista, que también es médico, resuelve patología, es costoso, pero reducen gastos totales al final de la cuenta y siempre debe ser realizado por grupo médico de Radiología Intervencionista con entrenamiento formal, completo y con experiencia real.

La Radiología Intervencionista en la ablación de tumores renales.

Uno de los principios de la Radiología Intervencionista es realizar procedimientos con mínima invasión, sean diagnósticos o curativos. Una de las patologías que se tratan y que los resultados son curativos, si es que se detecta a tiempo, son los tumores de origen renal, tanto benignos (angiomiolipomas) como malignos (cáncer renal). Obviamente, estos últimos son los que el Radiólogo Intervencionista debe de tratar con mayor premura, por la historia natural de la enfermedad.

En el año 2018, en Estados Unidos de Norteamérica, se detectaron 65 000 nuevos casos de pacientes con cáncer renal y existieron 15 000 fallecimientos por este tipo de tumor malígno. La incidencia gradualmente va en ascenso en la últimas décadas. Se ha atribuido al aumento en el uso de estudios de diagnostico por imagen seccional (tomografía computada y/o resonancia magnética) en el diagnostico de patología abdominal, ya que de manera incidental, se descubren casos de estos tumores asintomáticos, con frecuencia de bajo grado, con mejor pronostico que los casos ya sintomáticos y se encuentran lesiones localizadas, que son elegibles para potenciales terapias curativas, en lo que es conocido en medicina como etapas T1 (no mayor de 7 centímetros en sus dimensiones máximas, y solo de localización intra-renal) y/o T2 (no mayor de 10 centímetros en sus dimensiones máximas, y solo de localización intra-renal). Es decir, sin nódulos o metástasis a distancia.

De acuerdo con la Sociedad de Urología Americana, la nefrectomía parcial (procedimiento quirúrgico que extirpa solo el sitio de la lesión, siendo prácticamente la mitad del tamaño del riñón) se mantiene como electiva para paciente con tumor no central, en etapas T1a (hasta 4 centímetros) y en etapas T1b (entre 4.1 y 7 centímetros). La nefrectomía radical (extirpar todo el riñón)  se sugiere como terapia curativa, para pacientes con lesiones centrales o complejas T1b y/o T2 ( mas de 7 centímetros).

De tal manera, un procedimiento de ablación guiado por imagen, que es minimamente invasivo, es considerado como una opción potencialmente curativa, para casos selectos en pacientes con clasificación T1a, de acuerdo con la Sociedad Americana de Urologia y con la Red Nacional de Conocimiento Integral del Cancer (NCCN).

Existen, no obstante, series con casos limitados de tratamiento en casos con lesiones mayores, en la bibliografía medica, sobretodo en clasificación T1b.

Existen diversas tecnologías para ablación de estos tumores y estas son:

Radiofrecuencia

Crioablación

Micro-ondas

Electroporación irreversible

Pero…. no existe evidencia lo suficiente fuerte para mencionar que alguna es la de primera elección.

En la siguiente comunicación, explicare con detalle en que consisten estas técnicas, con sus ventajas y desventajas individuales.

Cabe mencionar, que, aunque esta comunicación va dirigida a tumores de riñón, estos procedimientos de la Radiología Intervencionista, no están limitados a este órgano, pues se utilizan en tumores de hígado, de pulmón, de hueso, de mama, de páncreas, de ubicación en grupos de ganglios linfáticos, y se esta iniciando en tiroides. Obviamente, todos y cada uno de ellos tienen sus indicaciones, así como sus beneficios, sus riesgos y sus francas contraindicaciones, que iré mencionando también.

La Radiología Intervencionista en la embolización de miomas uterinos

Los miomas uterinos son tumores benignos de origen muscular, se presentan en el 20-25% de las mujeres, con mayor frecuencia entre 30 y 40 años, la mayoría evoluciona después de la menopausia, la mayoría son asintomáticos y muchas veces son hallazgos incidentales.

Aproximadamente, 10 a 20% sintomáticos, pudiendo presentar hemorragia uterina anormal, dolor pélvico o sensación de “pesantez”,molestias abdominales vagas, alteraciones urinaria, infertilidad, relaciones sexuales dolorosas entre varios de los síntomas. Según su localización y sus principales síntomas se clasifican en:

  1. Submucosos (Alteraciones menstruales y asociados a infertilidad y/o abortos)
  2. Intramurales (Sensación de pesantez, distensión y compresión vesical)
  3. Subserosos (Similares a intramurales).

De manera particular, la embolización en el aparato reproductor femenino se ha utilizado en neoplasias malignas con hemorragia, hemorragia post-parto, hemorragia en embarazo ectópico, placenta previa y malformaciones vasculares arterio-venosas.

Al existir con las embolizaciones selectivas reducción en las dimensiones de lesiones tumorales solidas, así como de los síntomas asociados,  se decide realizar embolización selectiva de miomas uterinos con el objeto de reducir dimensiones uterinas y de los miomas, así como de los síntomas asociados.

El primero en realizarla fue Ravina y su grupo en Paris en 1995, donde reporta el seguimiento por 20 meses de 16 pacientes. De estas, 14 refirieron resolución o mejoría de los síntomas y solo 2 terminaron en cirugía. Uno de sus últimos reportes englobaba a 243 pacientes, con seguimiento hasta por 7 años con el 83% de casos con mejoría de sus síntomas, sobretodo de hemorragia anormal.

Los estudios de imagen previos a embolización que nos son útiles para ubicar la localización, el número, su vascularidad, son el Ultrasonido Transvaginal con Doppler y la Resonancia Magnética con contraste. Así mismo. Sirven para diagnósticos diferenciales con pólipos y con adenomiosis, reconocer miomas necrosados y reconocer miomas serosos pediculados.

Los estudios de laboratorio previos a embolización son biometría hemática con plaquetas, creatinina y urea séricas, tiempos de sangrado y coagulación Papanicolaou de menos de 6 meses y en casos especiales, biopsia de endometrio, pues tumores malignos en ese sitio no deben ser embolizados.

El procedimiento se realiza en una sala de angiografía, siempre bajo sedación anestesiológica y bloqueo peridural, se utiliza antibióticos profilácticos ya que se dejara con tejido sin circulación y se debe de evitar infección, se colocara sonda Foley intravesical, para que no exista dolor por que la vejiga se llene de orina, pues se ponen en contacto tejido infartado por la embolización. Se realizara el cateterismo selectivo de la arteria que irriga al mioma, no se emboliza de manera troncular la arteria uterina. Si no se hace así, se realizara embolización del útero, con riego a infección, necrosis del órgano y terminaría en histerectomía, cirugía que se trata de evitar con la embolización, aunque posteriormente, el ginecólogo pueda realizar miomectomia, pero sin el riesgo de hemorragia no controlable

Posterior al procedimiento pueden existir dolor pélvico tipo cólico, nausea y//o vómito, febrícula y ataque al estado general. Se pueden presentar entre 2 y 7 días después. 24 horas después del procedimiento se da de alta y puede reiniciar actividades normales a los 4-5 días.

El control posterior se realiza 6 meses después del procedimiento y se deben de realizar ultrasonido transvaginal con doppler y resonanciamagnética; los resultados de estos estudios y la evolución clínica de la paciente, son indicadores del éxito del procedimiento.

Como todo procedimiento, pueden existir complicaciones como son las inherentes a la punción arterial, reacciones al contraste, embolizaciones equivocadas (otros órganos), isquemia grave del útero, infección (piométrio con endometritis), amenorrea transitoria (ausencia de menstruacion transitoria), expulsión transvaginal de tejido necrosado y tromboembolia pulmonar.

Pero también pueden existir fallas del procedimiento, básicamente porque es realizado por un medico no especialista, sin que sea Radiólogo Intervencionista. Entre estas están inexperiencia del médico, variaciones vasculares, cambios vasculares en grandes lesiones, embolización incompleta, recanalización vascular, y miomas extremadamente grandes.

Es una buena alternativa en el tratamiento de miomas, previa selección  adecuada y es procedimiento alternativo, previo a decidir por la cirugía, cuando ha existido falla con fármacos. Se evitan grandes cirugías y tiempo prolongado en recuperación.

La mujer que decida realizarse este procedimiento, previa valoración interdisciplinaria realizada con su ginecólogo, y debe de acudir con un Radiólogo Intervencionista, con entrenamiento calificado y con certificación otorgada por el Consejo Mexicano de Radiología e Imagen, para que tenga mas tranquilidad y confianza. 

La Radiología Intervencionista en procesos obstructivos

Otra de las vías de drenaje del cuerpo humano, que sufre de lesiones que condicionan reducción en su calibre, de manera parcial o por obstrucción completa, son las Vías Urinarias.

El origen de estas puede ser por etiologías benignas o de estirpe maligna, intrínsecas o extrínsecas. Las causas benignas intrínsecas más comunes que originan la obstrucción, son debidas a las litiasis renales (piedras como comúnmente son conocidas), que se mueven y viajan a través del uréter y, o son expulsadas no sin antes causar molestias al paciente, o se quedan literalmente atoradas en algún segmento del uréter, condicionando dilatación superior que llega a afectar el sistema colector del riñón, con el cuadro clínico conocido (dolor lumbar intenso que se va incrementando, que se irradia al abdomen inferior y a las regiones pélvica y genital, sangre en orina). Estos casos son atendidos y resueltos por el médico urólogo. 

En el supuesto caso, en que el urólogo no pueda resolver la obstrucción por una litiasis en el ureter y persista la obstrucción, el Radiólogo Intervencionista puede por medio de un procedimiento conocido como Nefrostomía Percutanea, puncionar el sistema colector urinario del paciente, y mediante el empleo de guías metálicas con recubrimiento hidrofilico, similar a una gelatina, colocar un catéter dentro de la pelvis renal y así, descomprimir el sistema colector y evitar tanto una infección, como la alteración en la función renal, que puede llegar a ser progresiva, hasta convertirse en falla renal total. Pero lo deseable en este tipo de pacientes, es mediante el avance del catéter dentro de la luz del uréter, llevar la litiasis a la vejiga urinaria, para que esta sea eliminada por el paciente al momento de orinar, o por vía endoscópica el urólogo retirarla. Si esto llega a ser posible, se puede colocar de manera retrograda un catéter ureteral conocido como doble J, que funciona como férula desde la pelvis renal hasta la vejiga, y así ayudar a la descompresión y la eliminación de restos de litiasis que pudieran haber quedado, sin que el paciente tenga que mantener un catéter en su cuerpo que drene la orina al exterior.

Existe otra condición que no es de estirpe maligna, pero que ocluye completamente al uréter antes de llegar a desembocar a la vejiga, y esa situación es secundaria a un proceso quirúrgico pélvico, la mayoría de las ocasiones secundario a histerectomías o algún otra cirugía ginecológica; de manera no voluntaria (iatrogénica) el cirujano al estar realizando la disección, puede ligar o anudar el uréter a ese nivel y ocluirlo totalmente. El cuadro clínico es característico, pues una vez que la paciente se recupera de la anestesia, inicia con dolor lumbar, similar al que se presenta en los casos de litiasis ureteral. En estos casos, se va a realizar la Nefrostomía Percutánea, para descompresión rápida; casi siempre es imposible avanzar una guía y menos un catéter hacia la vejiga, para dejar un catéter doble J, pues se encuentra ligado ese uréter, y en el caso de insistir, se puede condicionar perforación, creación de una falsa vía y la presencia de fístulas entre el ureter y la vagina. Se dejara la nefrostomía por algunas semanas, para que posteriormente, el urólogo pueda realizar una unión entre uréter y vejiga, conocido como reimplante ureteral.

En los casos, en que la obstrucción del uréter sea de origen maligno, por la estirpe celular de la lesión, esta puede ser de origen intrínseco (vías urinarias, tanto de uréter, como de vejiga que invade la unión del uréter con ésta) o de origen extrínseco, estando entre los más comunes, el cáncer cervico-uterino, el de próstata (por invasión directa a uno o a los dos uréteres), así como el de colón a nivel de las porciones ascendente y/o descendente.

En los casos que sean de origen intrínseco (de la porción mas interna de la vía urinaria conocida como urotelio), solo se dejara la nefrostomía en la pelvis renal para lograr la descompresión y evitar la falla de la función renal, pero nunca se dejara de primer instancia un catéter ureteral doble J descendente, ya que a través de éste, se causa diseminación de tejido tumoral a otros sitios de las vía urinarias.

En los casos de que sea de origen extrínseco, siempre se realizara la o las nefrostomías con el propósito de también colocar catéteres ureterales doble J descendentes, ya que en estos casos, no existe la posible diseminación, se puede llegar a resolver la disminución del calibre y la o el paciente, saldría de la sala de Fluoroscopia Digital, sin ningún catéter de drenaje externo.

Como se describe, la Nefrsotomía Percutánea es uno de los procedimientos de la Radiología Intervencionista que llega realmente a resolver patologías, sea de manera definitiva, temporal, o ser de tipo paliativo para mejorar las condiciones de vida de algún paciente.

Los materiales con los que se trabaja, incluyen agujas delgadas, con filo importante en su extremo distal, pero que al ser manejadas por Radiólogos Intervencionistas, el riesgo de producir trauma por las mismas, es muy bajo. Las guías para avanzar los dilatadores y colocar de manera definitiva los catéteres, son también delgadas, hidrofílicas y con gran soporte. Los catéteres que se llegan a dejar en el  cuerpo del paciente, son de diversos calibres, son plásticos maleables e hidrofilicos, para que no condicionen incomodidad extrema y se adapten al cuerpo, pues en ocasiones su estancia en el paciente, será permanente.

Los riesgos de este procedimiento van desde el no poder realizarlo de manera adecuada por fallas técnicas, condicionar sangrado por un abordaje inadecuado, formación de fístulas arterio-venosas dentro del riñón, hematomas peri-renales, creación de falsas vías y colocación fuera de vía urinaria de la porción distal del catéter. Por supuesto que estos riesgos se reducen al máximo, si el procedimiento lo realiza un Radiólogo Intervencionista bien capacitado.

Seguiré comentando con ustedes en las próximas publicaciones, temas ya más selectos de patologías especificas que pueden ser abordadas por Radiología Intervencionista.