La Radiología Intervencionista y tumores óseos

En la presente comunicación, les comentaré con mayor detalle en que consisten los procedimientos de la Radiología Intervencionista, en los pacientes que tienen como diagnostico algún tumor óseo.

Que ofrecemos?

Biopsia del tumor, con aguja guiada por TC o Fluoroscopía, siempre con valoración multidisciplinaria. 

Embolización pre quirúrgica del tumor.

Las biopsias óseas siempre se realizarán previa evaluación clínica, conocer las condiciones cardio-vasculares mediante valoración similar a la que se realiza ante cualquier intervención quirúrgica, realizar estudios de laboratorio pre-operatorios como son biometría hemática, tiempos de coagulación, química sanguínea. Habitualmente, es un procedimiento ambulatorio, no se necesita hospitalización.

Se seleccionara el tipo de procedimiento por imagen (fluoroscopía digital o tomografía computada) dependiendo del sitio, tamaño, localización dentro del hueso afectado, y el que nos ofrece menos posibilidad de riesgos y/o complicaciones.

Se debe de comentar el caso, con el servicio de Patología, para estar de acuerdo con el número de fragmentos a enviar, en que vehículo conservador se debe de enviar, y en que condiciones deben de entregarse, pues es diferente enviar solo hueso para su estudio, que enviar también tejidos blandos vecinos al hueso enfermo.

El paciente siempre debe de estar sedado, pues se debe de evitar desde la incomodidad hasta dolor, ya que pueden ser procedimientos dolorosos.

Una vez seleccionado el sitio con el procedimiento de imagen, se realizara el marcaje en la piel con un marcador metálico, y poder ubicar en las imagen el sitio a biopsiar.  Posterior a esto, ya se realiza la biopsia por punción, utilizando agujas especificas para ésta, ya que son de mayor calibre, con mas filo en la punta, para que el fragmento sea mayor y se pueda, literalmente, perforar el hueso. Al finalizar, se cubrirá el sitio de punción, y al dar de alta al paciente, se le indicaran analgésicos.

Las embolizaciones de tumores óseos, son procedimientos mínimamente invasivos que tiene como objetivo, ocluir vasos sanguíneos arteriales que irrigan al tumor.

Los materiales embolizantes se colocan, a través de un catéter, de manera selectiva, controlada y segura, en el vaso sanguíneo especifico y seleccionado.

Es un procedimiento prequirurgico que tiene como indicaciones:

Ocluir vasos que irrigan tumoraciones

Controlar o prevenir hemorragias

Reducir tiempo quirurgico

Ha tenido crecimiento notable en nuestra practica, pues el éxito se ha debido a los siguientes factores:

: Selección correcta del paciente

: Conocimiento clínico, anatomico regional y destreza del intervencionista   

: Mejores equipos de fluoroscopía digital

: Selección del materiales angiográficos y embolizantes

Los agentes embolizantes y materiales angiográficos que actualmente se utilizan son los siguientes, dependiendo del sitio, tamaño y etiología del tumor:

       1)  Catéteres angiograficos hidrofilicos 4 y 5 Fr

       2)  Microcatéteres 2.8 Fr

       3)  Guías hidrofílicas hasta 0.18 

       4)  Agentes embolizantes:

            : Gelfoam

            : Microcoils fibrados e hidrocoils 

            : Microesferas desde 100 a 1200 micras 

CONCLUSIONES

Gran utilidad y valor, siempre y cuando sean indicados correctamente

Multidisciplinaria e interdisciplinario.

Reduce tiempo y sangrado quirúrgicos

No son baratos, pero reducen gastos totales.

Siempre por grupo médico con entrenamiento completo en procedimientos y con experiencia real

En la siguiente comunicación, comentare otro de los procedimientos que se cuenta dentro de la Radiología Intervencionista. 

La Radiología Intervencionista y drenaje de abscesos

En esta comunicación, mencionare como se lleva a cabo el drenaje de los abscesos, así como beneficios y riesgos del procedimiento, según los lineamientos de la Sociedad de Radiología Intervencionista, el cual es rutinario para todo Radiólogo Intervencionista, pero que el paciente y sus familiares debe de conocer para su tranquilidad.

Los procedimientos mínimamente invasivos guiados por imágenes como son los drenajes percutáneo de abscesos se llevan a cabo por un radiólogo intervencionista, especialmente capacitado en una sala de radiología de intervención o por medio de la orientación por tomografía computada.

El paciente se recostara sobre la camilla durante el procedimiento, o en la mesa del tomógrafo. Estará conectado a los monitores que controlan el latido cardíaco, la presión arterial, los niveles de oxígeno y el pulso.

Personal de enfermería le colocarán una línea intravenosa (IV) en la mano o brazo para administrarle medicación sedante por vía intravenosa. Esto con el propósito de mantener al paciente tranquilo, adormilado, perom reactivo, sin que tenga memoria de dolor.

Antes de realizar la punción, se ubicará el sitio de afectación y se identificará el sitio seguro de abordaje, marcándolo en la piel. Posteriormente, el radiólogo intervencionista adormecerá el área con un anestésico local. Esto podría condicionar una sensación de quemadura  o  de ardor,  brevemente antes de que el área se adormezca.

Se realiza asepsia del sitio y se cubrirá con un campos quirúrgicos la zona del cuerpo en donde se colocará el catéter, realizando una pequeña incisión en la piel, para el avance de la aguja de punción, guías, dilatadores y finalmente el catéter que servirá para el drenaje del material purulento en el sitio. De este material se obtiene una muestra para su cultivo, e identificar la estirpe del o de los micro-organismos que se encuentran produciendo el absceso. En general, este procedimiento finaliza entre 20 minutos y una hora. Permanecerá en la sala de recuperación hasta que esté totalmente despierto y listo para que lo trasladen a la cama del hospital, o se pueda retira a su domicilio, con indicaciones precisa para el buen manejo del catéter de drenaje.

Una vez colocado, el catéter se conecta a una bolsa de drenaje que se encuentra fuera del cuerpo. El catéter permanecerá colocado hasta que el líquido deje de drenar y la infección haya desaparecido. Posiblemente el drenaje de la infección lleve varios días.

Por lo general, los pacientes hospitalizados a los que se les practica un drenaje percutáneo de absceso se quedan internados durante unos días. Generalmente, se lleva a cabo un seguimiento mayor en forma ambulatoria y un radiólogo intervencionista lo verá en periodos regulares para asegurarse de que el proceso de sanación se desarrolla de acuerdo con lo planificado. Una vez que se haya recuperado y el radiólogo intervencionista se encuentre satisfecho con respecto a la finalización de la sanación, se quitará el catéter.

Una vez finalizado el procedimiento, el radiólogo intervencionista puede informar si ha sido un éxito técnico o no, explicando puntualmente las razones en ambos casos.

Para finalizar con este tema, todos los que van a este procedimiento, sean paciente o familiares, se hacen la siguiente pregunta:

¿Cuáles son los beneficios y los riesgos del drenaje percutáneo de absceso?

Beneficios

No es necesario hacer una incisión quirúrgica: sólo un pequeño corte en la piel que no necesita suturas.

El procedimiento es mínimamente invasivo y el periodo de recuperación es en general más rápido que el que lleva un drenaje quirúrgico abierto.

Riesgos

Cualquier procedimiento en el cual se penetra la piel conlleva un riesgo de infección. La posibilidad de necesitar un tratamiento con antibióticos ocurre en menos de uno de cada 1.000 pacientes.

Existe un muy bajo riesgo de reacción alérgica si se utiliza medio de contraste iodado al momento de efectual la tomografía computada. 

En muy raras ocasiones, un órgano adyacente puede resultar afectado por el drenaje percutáneo de absceso.

En ciertas ocasiones podría haber sangrado.

El catéter colocado al momento del drenaje percutáneo de absceso posiblemente se bloquee o se salga de lugar por lo que requerirá que se manipule o se cambia el catéter. Asimismo, una acumulación muy grande o compleja de líquido posiblemente necesite más de un drenaje de absceso.

En el siguiente comunicado, abordaré algún un tema en relación a otro de los diversos procedimientos de la Radiología Intervencionista.

La Radiología Intervencionista y drenaje de abscesos

Un absceso es en una acumulación infectada de fluidos dentro del cuerpo. En general, las personas que tienen un absceso padecen fiebre, escalofríos y dolor en un lugar cercano a la zona involucrada. Si el paciente tiene estos síntomas, no es inusual que se lo someta a un estudio de imágenes,por lo general una tomografía computado o un ultrasonido, con el fin de ayudar a identificar y hacer un diagnóstico correcto del absceso. Una vez que se diagnostica el absceso, el médico y el radiólogo intervencionista trabajarán en conjunto para establecer una terapia adecuada. Siempre que se determine que no es riesgoso, se puede utilizar el drenaje percutáneo de absceso, que permite realizar una terapia mínimamente invasiva para tratar el absceso.

En el drenaje percuáteneo de absceso, el radiólogo intervencionista utiliza la guía por imágenes que pueden ser tomografía computada, ultrasonido o fluoroscopia para colocar una aguja delgada dentro del absceso para obtener una muestra del líquido infectado de una zona del cuerpo como el tórax, abdomen o pelvis. Luego, se deja colocado un catéter de drenaje para que drene el líquido del absceso. Podría llevar varios días para poder remover todo el líquido. En forma ocasional, los abscesos que no pueden tratarse por medio del drenaje percutáneo podrían requerir de un drenaje quirúrgico en la sala de operaciones.

De acuerdo a la Sociedad de Radiología Intervencionista, el drenaje percutáneo de absceso en general se emplea para extraer el líquido infectado del cuerpo, más comúnmente ubicado en el abdomen y la pelvis. El absceso podría ser consequencia de una cirugía reciente o un efecto secundario de una infección como la apendicitis o la diverticulitis. En menor medida, el drenaje percutáneo de absceso puede practicarse en el tórax o en otras partes del cuerpo.

Los pacientes a los que se les practica el drenaje percutáneo de absceso se los coloca en dos categorías generales:

Los hospitalizados, que frecuentemente se recuperan de una cirugía.

Los no hospitalizados y tienen los síntomas detallados anteriormente. En estos casos, posiblemente deba internarse en el hospital en el día en que se le practique el procedimiento.

El paciente debe de informar sobre todos los medicamentos que esté ingiriendo. Lista de  las alergias, en especial a los anestésicos locales, anestesia general o a los medios de contraste. Su médico le podría indicar que deje de tomar aspirinas, medicamentos antiinflamatorios no esteroides  o anticoagulantes.

Las mujeres siempre deben informar a su médico y al radiólogo intervencionista si existe la posibilidad de embarazo. Muchos exámenes por imágenes no se realizan durante el embarazo ya que la radiación puede ser peligrosa para el bebé. En caso de que sea necesario el examen de rayos X, se tomarán precauciones para minimizar la exposición del bebé a la radiación. 

Con la excepción de los medicamentos, su médico le podría indicar que no beba ni ingiera nada por varias horas antes del procedimiento.

El catéter es un tubo de plástico largo, delgado, considerablemente más pequeño que la punta de un lápiz, o aproximadamente un diámetro de 2 a 3 milímetros.

El drenaje percutáneo de absceso en general se realiza con la orientación por medio de imágenes de tomografía computada, ultrasonido o imágenes fluoroscópicas de rayos X, mencionando a continuación las características de cada uno de estas herramientas diagnósticas:

Tomografía Computada

El tomógrafo es una máquina de gran tamaño, con forma de anillo con un túnel corto en el centro. Uno se acuesta en una angosta mesa de examen que se desliza dentro y fuera de este corto túnel. El tubo de rayos X y los detectores electrónicos se encuentran colocados en forma opuesta sobre un aro, llamado gantry, que rota alrededor del paciente. La computadora que procesa la información de las imágenes se encuentra ubicada en una sala de control aparte. Allí es adonde el radiólogo intervencionista opera el dispositivo de exploración y monitorea su examen en contacto visual directo

Ultrasonido

Los exploradores de ultrasonido están compuestos por una computadora y un monitor unidos a un transductor, que es un dispositivo pequeño que parece un micrófono. Algunos exámenes podrían utilizar diferentes tipos de transductores, con capacidades diferentes durante un mismo examen. El transductor envía ondas sonoras de alta frecuencia inaudibles hacia adentro del cuerpo y luego capta los ecos de retorno. Los principios se asemejan al sonar utilizado por barcos y submarinos.

El radiólogo intervencionista aplica una pequeña cantidad de gel en el área bajo examinación y coloca allí el transductor. El gel permite que las ondas sonoras viajen de ida y vuelta entre el transductor y el área bajo examinación. La imagen por ultrasonido se puede ver inmediatamente en un monitor que se parece al monitor de una computadora. La computadora crea la imagen en base al volumen, el tono  y el tiempo que le lleva a la señal de ultrasonido volver hacia el transductor. También toma en cuenta a través de qué tipo de estructura del cuerpo y/o tejido el sonido está viajando.

Rayos X

El equipo generalmente utilizado para este examen consiste en una mesa radiográfica, uno o dos tubos de rayos X y un monitor similar a un televisor ubicado en la sala de exámenes o en un cuarto cercano. La fluoroscopia, que convierte los rayos X en imágenes de video, se utiliza para o guiar y monitorear el progreso del procedimiento. El video es producido por la máquina de rayos X y por un detector que está suspendido sobre la mesa en la que yace el paciente.

En la siguiente comunicación, como se lleva a cabo, así como beneficios y riesgos del procedimiento, el cual es rutinario para todo Radiólogo Intervencionista.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

En esta comunicación, les comentare del manejo actual de la hemorragia del tubo digestivo, que se lleva a cabo realizando embolización super-selectiva de las arterias lesionadas que están condicionando la hemorragia.

Es un procedimiento útil para controlar hemorragia, se requiere realizar el cateterismo superselectivo para evitar complicaciones por depósito de émbolos en lugar equivocado, por reflujo distal inadvertido de las partículas o por devascularización excesiva. 

Con la embolización se produce un control más rápido de la hemorragia y se evitan los problemas que implica la permanencia prolongada del catéter intraarterial, así como los efectos colaterales cardiovasculares. Por supuesto, se requiere un grupo radiológico intervencionista capacitado para lograr éxito, tanto en el cateterismo superselectivo, como en la embolización.

La embolización del vaso sangrante es el resultado principal del tratamiento invasivo a través del catéter para controlar la hemorragia gastrointestinal, con un alto grado de éxito técnico, pues se ha descrito la suspensión del sangrado entre el 91 al 100% de los casos. El éxito clínico de desaparición del sangrado por 30 días después de embolizaciones, se ha descrito entre 68-82.5% para tubo digestivo alto y de 81-91% para tubo digestivo bajo.

Los agentes embolígenos utilizados pueden ser desde fragmentos de gelatina (Gelfoam), espirales metálicas en sus diferentes modalidades de tamaño, forma y recubrimientos hidrofílicos (Microcoil), microesferas de alcohol polivinílico, coágulos autólogos modificados e isobutil -2-cianoacrilato. La embolización con microesferas es preferida para tubo digestivo bajo, mientras que existen controversias con respecto a su empleo como agente óptimo en el tubo digestivo alto, siendo el resultado de la combinación de varios agentes embolígenos más efectivo si se compara con el empleo de uno solo.

Debe de mencionarse, que este procedimiento de radiología intervencionista, en la mayoría de los casos es de tipo pre-operatorio, ya que de inicio se necesita detener la hemorragia, que está condicionando desde una real inestabilidad hemodinámica en el paciente, hasta estado de choque por la perdida aguda, rápida y en gran cantidad de sangre, para que posteriormente, el cirujano pueda intervenir con mas tranquilidad al paciente estable, reduciendo los riesgos inherentes a una cirugía de urgencia.

Todo paciente que mi grupo y yo vemos, debe de seguir el siguiente protocolo, para lograr un resultado exitoso:

Se realizan panendoscopia y colonoscopia; los hallazgos pueden ser diversos como várices esofágicas, gastritis antropilórica, enfermedad diverticular, gastritis antral, diverticulos en colon, malformaciones vasculares, tumoraciones entre otros. Si persisten los datos de sangrado de tubo digestivo, y no se pudo definir la causas del mismo, se realizara angiotomografía abdominal.

Ésta se lleva a cabo con contraste iodado inyectado en vena del pliegue del brazo, calculado a 1.5 mL por kg de peso, administrado a un volumen de 4 a 5 mL por segundo y se obtienen cortes tomográficos directos a los 18 segundos de iniciada la inyección del medio de contraste con un corte de grosor de 3.75 mm y reconstrucción a 1.25 mm. Si se encuentran datos de sangrado de tubo digestivo bajo secundario a presencia de angiodisplasia o imágenes sugestivas de lesiones ocupativas con hemorrágia activa, se decide realizar angiografía diagnóstica. 

El pacientes se traslada a la sala de hemodinamia donde se efectúa angiografía diagnóstica, posterior a punción percutánea con técnica de Seldinger de la arteria femoral común colocando introductor/ dilatador. Se utiliza catéter hidrofílico 5Fr y apoyo con guía hidrofílica hacia la arteria mesentérica superior y se inyecta medio de contraste de manera selectiva corroborándose el diagnóstico de lesión con hemorragia activa. Después, se realiza cateterización superselectiva con microcatéteres de las arterias yeyunales en la región enferma y una vez asegurada la región afectada se procede a la embolización con microesferas de 500 micras, mezcladas con azul de metileno y medio de contraste hidrosoluble relación uno a uno para lograr valorar la inyección en tiempo real. 

Lo anterior tiene como finalidad que el cirujano, en el tiempo quirúrgico pueda identificar con facilidad el sitio a resecar. Para considerar una adecuada técnica de embolización se toma en cuenta el origen de las arterias; su trayecto y su calibre deben ser normales. Se debe tener en cuenta que el calibre de los vasos va disminuyendo de manera distal. Siempre hay que recordar las variantes anatómicas, sobre todo en los orígenes y las posibles anastomosis que se deben diferenciar de colaterales patológicas. La división de los vasos debe ser ordenada, sin interrupciones bruscas de los trayectos vasculares, no debe haber zonas avasculares ni zonas de neoformación. Los trayectos deben ser siempre nítidos. Las fases vasculares deben estar conservadas, sin zonas de retraso, tinción tisular persistente o flujo venoso acelerado focal que produzca duda de fístulas arteriovenosas o malformaciones vasculares. El retorno venoso debe ser simétrico, sin áreas de estancamiento o ausencia del medio de contraste inyectado.

En el siguiente comunicado, les comentaré lo relativo al empleo de la tomografía computada, en el diagnóstico del sitio y tipo de origen de hemorragia de tubo digestivo.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

Como hice saber en la anterior entrega, mencionaré ahora algunos conceptos importantes cuando se describe el tipo de sangrado del tubo digestivo, entre los que están las siguientes definiciones de dichos conceptos, siendo necesario aclarar los términos que frecuentemente se emplean en referencia al paciente con hemorragia gastro- intestinal. 

Se llama hemorragia gastrointestinal alta a la que se origina proximal al ángulo de Treitz. 

Hemorragia gastrointestinal baja es la que se origina en un punto distal al ángulo de Treitz (que es el sitio anatómico donde el duodeno se une al yeyuno, porciones anatómicas del intestino delgado), por lo que y de acuerdo a esta definición, el intestino delgado se considera como tubo digestivo bajo. 

Hemorragia gastrointestinal oculta o microscópica es la pérdida de sangre que no es posible detectar con bases clínicas, sino únicamente con pruebas de laboratorio que permiten detectar la sustancia conocida como hemoglobina peroxidasa; esta prueba debe de ser repetida por lo menos dos veces en cada muestra de materia fecal, o en tres diferentes muestras, ya que el sangrado puede ser intermitente en los casos de hemorragias en cantidades pequeñas, lo que condiciona la presencia de sangre oculta en materia fecal y se asocia a anemia.

Hemorragia gastrointestinal de origen incierto es la pérdida de sangre gastrointestinal, microscópica o macroscópica, cuyo origen no puede establecerse a pesar de un método diagnóstico apropiado. 

Hematemesis es la presencia de sangre en vómito, que puede ser fresca o no reciente, que es descrita como “en pozos de café”, dependiendo de la concentración de ácido clorhídrico y del tiempo que éste ha estado en contacto con la sangre. Invariablemente es de origen gastrointestinal alto. 

Melena es la evacuación de color negro, de consistencia disminuida, fétida, características debidas al contacto de la sangre con el ácido clorhídrico; por lo general se origina en el tubo digestivo superior, aunque hemorragias de tubo digestivo bajo que no son intensas pueden llegar a producir evacuaciones melénicas. Se ha demostrado que se necesitan hasta 100 mililitros de sangre para producir una evacuación melénica, aunque el paso de sangre a nivel del ciego puede ocasionar evacuaciones de este tipo, cuando es una cantidad cercana a los 300 mililítros, lo cual pone de relieve que para dar esa característica a las evacuaciones es más importante el tiempo de tránsito intestinal que la intensidad de la hemorragia. La hemorragia que es suficiente para producir hematemesis, usualmente también resulta en melena, pero menos de la mitad de los pacientes con melena se asocian con hematemesis. 

Hematoquezia son las evacuaciones de color rojo brillante o color vino tinto, y por lo general se originan en el tubo digestivo bajo, aunque las hemorragias muy intensas de tubo digestivo alto pueden llegar a condicionarla. 

Rectorrágia no debería utilizarse en sentido general, porque implica una entidad diagnóstica; sin embargo, su uso es frecuente en la práctica clínica e implica evacuaciones de sangre fresca o acompañada de ella. Por lo común, implica un origen anal o rectal, aunque se ha demostrado que cualquier tipo de lesión del colon izquierdo que llegue a sangre, puede condicionar este tipo de evacuaciones.

Todo médico debe de conocer esta terminología, pues de inicio ya puede dar indicios del origen del sangrado y poder realizar los estudios de laboratorio y de imagen, para obtener rápidamente el diagnóstico certero de la ubicación, para después dedicarse a al diagnóstico etiológico que lo condiciona.

Desde estos momentos, el Radiólogo Intervencionista ya debe de estar planeando con detalle que procedimiento de diagnóstico y/o de tratamiento deberá realizar, ya que los médicos vemos enfermos, no enfermedades, y en cada paciente una misma causa etiológica, puede tener diversas manifestaciones clínicas, desde las más habituales y comunes, hasta las más raras y poco frecuentes.

En la siguiente entrega, mencionaré algunas consideraciones de la anatomía vascular del tubo digestivo, que es importante su conocimiento, sobretodo cuando se deben de realizar procedimientos endovasculares terapéuticos, así como del cuadro clínico que se puede presentar en estos casos.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

Antes de abordar el tema sobre el manejo que se puede llevar a cabo en los casos de hemorragia originada en el tubo digestivo, sin importar ubicación dentro del mismo, ni su origen, vale la pena comentar una serie de consideraciones importantes que deben de ser conocidos por todos.

La hemorragia aguda de tubo digestivo es uno de los principales datos clínicos que puede llegar a presentar un paciente con enfermedades a cualquier nivel del tubo digestivo y es causa común de hospitalización, con importante morbilidad y mortalidad. Se puede presentar desde una hemorragia microscópica que condicione pocos síntomas y sea un dato incidental de laboratorio, al realizar estudios por otra causa, hasta el otro extremo en el cual puede existir sangre visible en las evacuaciones, que ponga en riesgo la vida del paciente, por francas alteraciones hemodinámicas. En el primer caso, no debe de evaluarse de manera superficial, ya que en patologías graves, como es el caso de tumores malignos, éste puede ser el único dato clínico. Los especialistas en el tratamiento de patología digestiva deben de tener una idea clara de las causas posibles de hemorragia, y del método diagnóstico y terapéutico. 

Debe de tenerse en cuenta que la pérdida aguda de volumen sanguíneo circulante es común en los pacientes que acuden al Servicio de Urgencias por presentar sangrado de tubo digestivo sintomático; pueden perder cantidades significativas de sangre antes de recibir atención médica y estas pérdidas son difíciles de cuantificar, pues existen diferencias sustanciales que dependen de la velocidad de la hemorragia como tal, de la cantidad de volumen utilizado para estabilizar hemodinámicamente al paciente durante su traslado al hospital y de la capacidad intrínseca de cada paciente para adaptarse a la pérdida de volumen circulante. 

La detección y el tratamiento oportunos de la hemorragia son los objetivos básicos en el cuidado efectivo y la resolución de la misma. La hemorragia puede llevar a una disminución significativa de la perfusión sanguínea en los tejidos del cuerpo, aun en ausencia de baja en la presión sanguínea del paciente, lo que condiciona reducción en la oxigenación de los mismos e inicio de metabolismo anaeróbico, los cuales si no se corrigen, llevan a la presencia de disfunción orgánica múltiple, con repercusión en el incremento de la morbimortalidad. 

La evaluación y el tratamiento del sangrado agudo se transforman en un proceso complejo que con frecuencia requiere el abordaje multidisciplinario de especialistas, entre los más frecuentes: los de gastroenterología, endoscopia, cirugía general, medicina interna, urgencias, terapia intensiva y radiología intervencionista. La gran cantidad de cambios patológicos que condicionan la hemorragia a nivel del tubo digestivo, la longitud del mismo y en ocasiones la naturaleza intermitente del san- grado, pueden complicar la evaluación del paciente. Además, existen varias modalidades de diagnóstico por imagen y de intervenciones terapéuticas que se emplean en la actualidad para la evaluación y el tratamiento, cada una con sus ventajas y desventajas. 

En esta comunicación y en las siguientes que realizare, se revisaran los conceptos actuales en el manejo radiológico de la hemorragia digestiva, excepto la que es originada por sangrado de varices en la porción alta del tubo digestivo (esófago y estómago) ya que este es considerado un capítulo especial dentro de la Radiología Intervencionista, y se hará tanto desde el punto de vista de diagnóstico puro, así como del manejo de radiología intervencionista, mediante terapéutica temporal y definitiva, ya que el objetivo del radiólogo es localizar, caracterizar y cuando está indicado, apoyar el tratamiento del paciente.

 Se mencionarán conceptos importantes desde definiciones de términos que se utilizan en este manejo, algunas consideraciones anatómicas vasculares, consideraciones clínicas, evaluación diagnóstica, así como los diferentes tipos de estudios y procedimientos diagnósticos y terapéuticos de la radiología diagnóstica y de la intervencionista.