En este post explicaré más a fondo los procedimientos de la radiología intervencionista en lesiones traumáticas severas con ejemplos específicos y detallando los materiales con los que se trabaja y se logran de manera exitosa.
Las estructuras que mayormente se llegan a lesionar con trauma vascular grave son los órganos sólidos (hígado, bazo y riñón), huesos de la pelvis (que condicionan hemorragias extensas y en ocasiones silenciosas que provocan que el paciente súbitamente entre en choque), lesiones de arteria aorta y grandes vasos de tórax y de abdomen.
En el caso de este tipo de lesiones, desde hace mas de 30 años, el tratamiento no quirúrgico, sobretodo en pacientes que se diagnostican en fase temprana y que no tienen inestabilidad en sus signos vitales, tiene un porcentaje de éxito superior al 80%.
El tratamiento de las lesiones del hígado de origen traumático ha tenido un cambio radical en los últimos 25 años ya que el manejo a través de procedimientos de radiología intervencionista se encuentra en mas del 80% con un éxito que puede ir entre el 80 y 100% de los procedimientos efectuados.
Ante la sospecha de una lesión en el hígado de esta etiología es indicado como primer estudio de imagen, realizar tomografía computada con medio de contraste aplicado por vía endovenosa, a la brevedad posible, siempre y cuando el estado del paciente lo permita. La embolización esta indicada cuando en ese estudio se identifique fuga o extravasación del contraste inyectado, evidencia franca de lesión vascular, presencia de comunicaciones entre venas y arterias, conocidas como fístulas, desplazamiento evidente del trayecto normal de vasos sanguíneos así como en pacientes que se encuentran en el límite de estabilidad hemodinámica (taquicardia, descenso en la presión arterial), pero que tienen lesiones complejas y profundas, que son poco accesibles a procedimientos quirúrgicos.
La aparición de complicaciones posterior a la embolización es muy rara pues se debe de recordar que el aporte sanguíneo en el hígado es mayormente originado por la vena porta, llegando a realizar embolizaciones arteriales sin riesgo de crear áreas de lesión o infarto hepático, como tampoco datos de insuficiencia funcional de este órgano. El material que mayormente se utiliza en estos procedimientos de radiología intervencionista, son los coils.
El bazo es un órgano abdominal que con mayor frecuencia se lesiona en trauma severo no penetrante. Debido a su función, desde el punto de vista de la inmunología, se debe de ser conservador y tratar de preservar en la medida de lo posible. De esta manera, el tratamiento no quirúrgico es de elección en pacientes estables en sus signos vitales, con cifras de éxito entre el 70 y 90%.
La cirugía esta reservada para pacientes inestables, en estado de choque, o que en estudio de tomografía computada se identifique lesión severa con múltiples fragmentos de bazo; la embolización se realiza en pacientes que se identifica en tomografía computada, extravasación o fuga de contraste, presencia de fístulas arterio-venosas, formaciones de pseudo-aneurismas o presencia de zonas del parénquima del bazo sin vascularidad. Se tratarán bazos fragmentados, pero en estadios iniciales.
El bazo permite que se lleve a cabo los dos tipos de embolizaciones que en la comunicación anterior se mencionaron; estas son proximal y distal. Aunque no existen diferencias significativas entre ambos tipos de embolizaciones, parece que existen menos infartos de bazo, que puedan llegar necesitar cirugía, cuando es distal o superselectiva.
Seguiré en futuras comunicaciones, comentando el tratamiento de otros órganos abdominales, así como pélvicos y de grandes vasos.