La Radiología Intervencionista en procesos obstructivos

Otra de las vías de drenaje del cuerpo humano, que sufre de lesiones que condicionan reducción en su calibre, de manera parcial o por obstrucción completa, son las Vías Urinarias.

El origen de estas puede ser por etiologías benignas o de estirpe maligna, intrínsecas o extrínsecas. Las causas benignas intrínsecas más comunes que originan la obstrucción, son debidas a las litiasis renales (piedras como comúnmente son conocidas), que se mueven y viajan a través del uréter y, o son expulsadas no sin antes causar molestias al paciente, o se quedan literalmente atoradas en algún segmento del uréter, condicionando dilatación superior que llega a afectar el sistema colector del riñón, con el cuadro clínico conocido (dolor lumbar intenso que se va incrementando, que se irradia al abdomen inferior y a las regiones pélvica y genital, sangre en orina). Estos casos son atendidos y resueltos por el médico urólogo. 

En el supuesto caso, en que el urólogo no pueda resolver la obstrucción por una litiasis en el ureter y persista la obstrucción, el Radiólogo Intervencionista puede por medio de un procedimiento conocido como Nefrostomía Percutanea, puncionar el sistema colector urinario del paciente, y mediante el empleo de guías metálicas con recubrimiento hidrofilico, similar a una gelatina, colocar un catéter dentro de la pelvis renal y así, descomprimir el sistema colector y evitar tanto una infección, como la alteración en la función renal, que puede llegar a ser progresiva, hasta convertirse en falla renal total. Pero lo deseable en este tipo de pacientes, es mediante el avance del catéter dentro de la luz del uréter, llevar la litiasis a la vejiga urinaria, para que esta sea eliminada por el paciente al momento de orinar, o por vía endoscópica el urólogo retirarla. Si esto llega a ser posible, se puede colocar de manera retrograda un catéter ureteral conocido como doble J, que funciona como férula desde la pelvis renal hasta la vejiga, y así ayudar a la descompresión y la eliminación de restos de litiasis que pudieran haber quedado, sin que el paciente tenga que mantener un catéter en su cuerpo que drene la orina al exterior.

Existe otra condición que no es de estirpe maligna, pero que ocluye completamente al uréter antes de llegar a desembocar a la vejiga, y esa situación es secundaria a un proceso quirúrgico pélvico, la mayoría de las ocasiones secundario a histerectomías o algún otra cirugía ginecológica; de manera no voluntaria (iatrogénica) el cirujano al estar realizando la disección, puede ligar o anudar el uréter a ese nivel y ocluirlo totalmente. El cuadro clínico es característico, pues una vez que la paciente se recupera de la anestesia, inicia con dolor lumbar, similar al que se presenta en los casos de litiasis ureteral. En estos casos, se va a realizar la Nefrostomía Percutánea, para descompresión rápida; casi siempre es imposible avanzar una guía y menos un catéter hacia la vejiga, para dejar un catéter doble J, pues se encuentra ligado ese uréter, y en el caso de insistir, se puede condicionar perforación, creación de una falsa vía y la presencia de fístulas entre el ureter y la vagina. Se dejara la nefrostomía por algunas semanas, para que posteriormente, el urólogo pueda realizar una unión entre uréter y vejiga, conocido como reimplante ureteral.

En los casos, en que la obstrucción del uréter sea de origen maligno, por la estirpe celular de la lesión, esta puede ser de origen intrínseco (vías urinarias, tanto de uréter, como de vejiga que invade la unión del uréter con ésta) o de origen extrínseco, estando entre los más comunes, el cáncer cervico-uterino, el de próstata (por invasión directa a uno o a los dos uréteres), así como el de colón a nivel de las porciones ascendente y/o descendente.

En los casos que sean de origen intrínseco (de la porción mas interna de la vía urinaria conocida como urotelio), solo se dejara la nefrostomía en la pelvis renal para lograr la descompresión y evitar la falla de la función renal, pero nunca se dejara de primer instancia un catéter ureteral doble J descendente, ya que a través de éste, se causa diseminación de tejido tumoral a otros sitios de las vía urinarias.

En los casos de que sea de origen extrínseco, siempre se realizara la o las nefrostomías con el propósito de también colocar catéteres ureterales doble J descendentes, ya que en estos casos, no existe la posible diseminación, se puede llegar a resolver la disminución del calibre y la o el paciente, saldría de la sala de Fluoroscopia Digital, sin ningún catéter de drenaje externo.

Como se describe, la Nefrsotomía Percutánea es uno de los procedimientos de la Radiología Intervencionista que llega realmente a resolver patologías, sea de manera definitiva, temporal, o ser de tipo paliativo para mejorar las condiciones de vida de algún paciente.

Los materiales con los que se trabaja, incluyen agujas delgadas, con filo importante en su extremo distal, pero que al ser manejadas por Radiólogos Intervencionistas, el riesgo de producir trauma por las mismas, es muy bajo. Las guías para avanzar los dilatadores y colocar de manera definitiva los catéteres, son también delgadas, hidrofílicas y con gran soporte. Los catéteres que se llegan a dejar en el  cuerpo del paciente, son de diversos calibres, son plásticos maleables e hidrofilicos, para que no condicionen incomodidad extrema y se adapten al cuerpo, pues en ocasiones su estancia en el paciente, será permanente.

Los riesgos de este procedimiento van desde el no poder realizarlo de manera adecuada por fallas técnicas, condicionar sangrado por un abordaje inadecuado, formación de fístulas arterio-venosas dentro del riñón, hematomas peri-renales, creación de falsas vías y colocación fuera de vía urinaria de la porción distal del catéter. Por supuesto que estos riesgos se reducen al máximo, si el procedimiento lo realiza un Radiólogo Intervencionista bien capacitado.

Seguiré comentando con ustedes en las próximas publicaciones, temas ya más selectos de patologías especificas que pueden ser abordadas por Radiología Intervencionista.

La Radiología Intervencionista en procesos obstructivos

Dentro del cuerpo humano, tenemos múltiples estructuras tubulares que tiene la principal función de transportar sustancias que son vitales para el buen funcionamiento de nosotros. Como ejemplos se pueden mencionar a las arterias y a las venas, que conducen a la sangre, la tráquea y los bronquios que conducen el aire que nos permite tener buena oxigenación en todas las células del cuerpo, a todo el tubo digestivo, donde se lleva a cabo la digestión y la absorción de los alimentos, así como la excreción de sustancias no útiles. En todas ellas, el Radiólogo Intervencionista puede realizar procedimientos que liberen el transito que llega a perderse por disminución de calibre o por franca obstrucción.

En esta comunicación y la siguiente, voy a comentar el trabajo que realizamos en dos vías que también llegan a tener este tipo de problemas, que si se obstruyen se generan problemas reales de salud. Estas son las vías biliares y las vías urinarias. Antes de iniciar los comentarios, se debe de recordar que, en éstas, el origen de la disminución del calibre (estenosis) o de la obstrucción completa, pueden ser de localización interno o externo a ellas, pueden ser causadas por patologías de estirpe celular benigna o maligna, y en casos, ser causadas de manera involuntaria por algún procedimiento médico previo.

¿Cuándo el Radiólogo Intervencionista va a realizar algún procedimiento en las vías biliares de algún paciente? Se van a realizar en aquellos pacientes que tienen el diagnóstico de ictericia obstructiva. Esto significa, que, por algún tipo de patología, la bilis que se produce en el hígado no llega al intestino delgado. Puede ser de origen benigno, como sucede en los casos de litiasis en la vía biliar, en casos de disminución de calibre de origen post-quirúrgico, sobretodo cuando ha existido una unión entre la vía biliar y la vía digestiva; pero también en casos de lesiones malignas de la vía biliar que se conoce como colangiocarcinoma, tumor en la desembocadura de la vía biliar en el duodeno conocido como ampuloma o cáncer de ámpula de Vater, o por la presencia de cáncer en la cabeza del páncreas, que comprime e invade la vía biliar.

En muchas ocasiones, y de manera inicial, el Médico Endoscopista intenta de manera retrograda canular la desembocadura de la vía biliar en el duodeno, en un procedimiento llamado Colangio-Pancreotografía Retrograda Endoscópica (CPRE), con el propósito de liberar la vía biliar con la colocación de una endoprotesis biliar. Cuando no es posible realizarlo por este procedimiento, por que esta muy reducido el calibre, es muy alto en relación con la vía biliar y no se alcanza, o porque existe ya una cirugía derivativa en tubo digestivo, es cuando el Radiólogo Intervencionista procede a realizar alguno de los siguientes procedimientos:

1.- Derivación biliar percutánea externa. Este procedimiento se realiza bajo visión de fluoroscopía, puncionando con una aguja fina la vía biliar mediante un abordaje percutáneo trans-hepática. Como en estos casos, la vía biliar esta dilatada por algún tipo de obstrucción, no es tan difícil puncionarla, canularla y a través de la aguja, se avanza una guía metálica con punta flexible. Se retira la aguja y apoyados por la guía ya introducida, se avanza un dilatador plástico hasta llegar a la porción mas distal de la vía biliar. Cuando se logra esto, la primer guía se cambia por otra de mas soporte y longitud y se introduce el catéter de derivación biliar, que la punta de éste multiperforada, para drenar hacia el exterior la bilis. Este procedimiento se realizará cuando la obstrucción de la vía biliar es completa y no se podrá avanzar hasta el duodeno.

2.- Derivación biliar externa-interna. Es similar al anterior, con la variante que se puede avanzar el catéter de drenaje hasta el duodeno, ya que se puede vencer el sitio de disminución de calibre de la vía biliar, al no ser completa la obstrucción. Este procedimiento tiene una ventaja sobre el anterior, ya que la bilis pasara a través del catéter hacia el intestino, y no será necesario que el paciente deba tener una bolsa recolectora de bilis, como sucede en la derivación externa.

3.- Derivación interna con la colocación de endoprotesis metálica por vía percutánea. El procedimiento es similar en su realización con los anteriores; la diferencia estriba en que se coloca una endoprotesis dentro de la vía biliar, que va a ampliar el calibre de la zona afectada de la vía biliar. Esta endoprotesis se encuentra colocada dentro de un catéter similar al empleado para las derivaciones, pero que tiene un mecanismo para colocarlo en el sitio indicado, por retracción de la camisa del catéter que contiene a la endoprotesis y se puede sobre-impactar en la paredes de la vía biliar. Este procedimiento se finaliza, dejando un catéter de derivación biliar externa-interna, cerrado y pegado al cuerpo del paciente por dos días, y posteriormente se retira por retracción gentil del mismo. La ventaja de este procedimiento, es que al final, el paciente no tiene ningún catéter en su cuerpo, con una derivación biliar solamente interna

La indicación de cada uno de estos, estará justificado solamente por el cuadro clínico del paciente, sin importar edad, tiempo de evolución y tampoco etiología de la obstrucción biliar. Lo importante en cada uno de ellos, es lograr la derivación de la bilis y que disminuya o desaparezca la ictericia, evitando una serie de complicaciones como son el prurito intenso, tanto que el paciente puede lesionarse la piel, alteraciones en el estado de conciencia e infección grave.

En el siguiente post les comentare la utilidad de los procedimientos intervencionistas en vía urinarias.