La radiología intervencionista y embolización de varicoceles

Continuaré con la descripción del procedimiento, para conocer criterios de selección de materiales embolizantes, cuidados posteriores, así como parámetros para confirmar resultado satisfactorio y hasta las posibles complicaciones que puedan existir. 

Los agentes embolizantes comúnmente utilizados incluyen agentes embólicos sólidos y líquidos oclusivos mecánicamente. La elección del agente embólico depende de la preferencia del Radiólogo Intervencionista. Las embólicas sólidas incluyen espirales y tapones vasculares. Además de la oclusión mecánica, la presencia de «fibras» trombogénicas dentro estos aditamentos induce la oclusión trombótica. Las desventajas de las embolias sólidas incluyen el riesgo de migración de la espiral y perforación venosa. Los embólicos líquidos incluyen el tetradecil sulfato de sodio esclerosante (STS) y polímeros adhesivos como el nBCA (pegamento). Los embólicos líquidos inducen una reacción inflamatoria, lo que resulta en necrosis y trombosis endotelial. Las desventajas de las embolias líquidas incluyen riesgo de atrapamiento del catéter, embolización no precisa, migración de pegamento y flebitis del plexo pampiniforme. En nuestro caso, siempre seleccionaremos materiales sólidos como son las espirales o coils, de metal conocido como Nitinol, que se expanden con la temperatura del cuerpo y se evita la migración de éste hacia los pulmones.

Después del procedimiento, los pacientes deben ser observados durante aproximadamente entre 2 y 3 horas, antes de ser dados de alta. Aunque los pacientes pueden volver a sus actividades habituales en un plazo de 24 a 48 h, se les aconseja que eviten levantar objetos pesados ​​y practicar deportes de contacto durante 5 a 7 días y que consuman una dieta sólida blanda durante 3 días para prevenir el estreñimiento. Se realiza una ecografía Doppler de seguimiento a los 3 meses. En el seguimiento, aunque las venas pueden ser evidentes en el examen, el éxito del procedimiento está determinado por la falta de flujo retrógrado dentro de los trayectos venosos.

El éxito técnico de la embolización percutánea se define como el cese del flujo, que se identificara durante el procedimiento. El éxito de la embolización depende de varios factores, como la anatomía del paciente, el acceso vascular y factores intraoperatorios como el material de embolización y el vasoespasmo. Las consideraciones anatómicas son particularmente importantes, especialmente con respecto a la lateralidad del varicocele. Desde el inicio, la embolización percutánea para los varicoceles del lado derecho ha demostrado ser un desafío técnico. Mientras que las fallas técnicas del lado izquierdo son raras, múltiples estudios han mostrado tasas de fallas técnicas tan altas como 49% para el varicocele del lado derecho. Un meta análisis del Dr. Cayan y su grupo encontraron una tasa general de fracaso técnico del 13,05% entre 314 pacientes, independientemente de la lateralidad, pero los autores no informaron la duración del seguimiento para esta cohorte. La selección cuidadosa de pacientes puede garantizar un mayor éxito técnico. Por ejemplo, en el contexto de un varicocele recurrente después de la terapia quirúrgica, se ha demostrado un éxito excelente que oscila entre el 93% y el 100%.

Una ventaja de la embolización sobre la cirugía es la capacidad de realizar durante el procedimientos, inyección de contraste iodado que puede identificar variantes anatómicas venosas. En teoría, esto puede ayudar a prevenir la recurrencia, ya que la mayoría de los fracasos quirúrgicos se deben a duplicaciones de las venas gonadales no diagnosticadas. El efecto de la embolización percutánea sobre la fertilidad sigue siendo controvertido debido a la escasez de datos que correlacionan la intervención con los resultados del embarazo.

La embolización percutánea puede ser una opción de tratamiento ideal para las recurrencias después de la cirugía. Es posible que los pacientes que se hayan sometido a una reparación quirúrgica primaria no deseen someterse a una segunda operación y que los cirujanos no se sientan cómodos con las técnicas de preservación de arterias y linfáticos en el paciente posquirúrgico debido a la probabilidad de una anatomía distorsionada.  Además, los estudios han demostrado que el varicocele recurrente a menudo se asocia con un aumento de la vasculatura colateral inguinal, que puede ser difícil de ligar quirúrgicamente.

Las complicaciones importantes de la embolización son raras. Si bien la perforación vascular venosa se puede producir durante el procedimiento, rara vez provoca una hemorragia importante. La migración de la espiral o coil es un riesgo conocido de los procedimientos de embolización, pero es bastante raro. Esto puede evitarse sobre dimensionando con precisión las espirales y utilizando del tipo desmontable o tapones vasculares. Los pacientes que se someten a una embolización pueden experimentar dolor de mínimo a moderado, controlado con analgésicos y desinflamatorios durante un máximo de 10 días. 

Los datos abrumadores sugieren que la embolización percutánea para el varicocele es un procedimiento seguro tanto en pacientes adultos como pediátricos. La embolización ofrece ciertas ventajas sobre la cirugía, como la posibilidad de realizar una venografía y el uso de anestesia local en lugar de una técnica anestésica más invasiva. Sin embargo, la embolización conlleva el riesgo, aunque pequeño, de falla técnica y, por lo tanto, la necesidad de un tratamiento quirúrgico adicional. Con una cuidadosa selección de pacientes y asesoramiento previo al tratamiento, la embolización puede emplearse de manera apropiada como una opción de tratamiento segura y eficaz para el varicocele sintomático.

En la próxima comunicación, comentare otro procedimiento que se utiliza en la Radiología Intervencionista, que es de utilidad para una serie importante de pacientes.

La radiología intervencionista y embolización de varicoceles

La embolización percutánea es el menos invasivo de todos los enfoques de tratamiento en casos de varicocele. A diferencia de las terapias quirúrgicas tradicionales, los abordajes intervencionistas percutáneos no requieren incisiones quirúrgicas y, por lo tanto, pueden realizarse con anestesia local, mientras que los abordajes quirúrgicos requieren preparaciones anestésicas más extensas. El uso de la venografía permite la identificación precisa de las venas espermáticas internas, además de cualquier aporte vascular venoso colateral que pueda contribuir a la patología clínica. Además, el método transvenoso elimina virtualmente el potencial de daño a la arteria testicular, lo que resulta en complicaciones teóricamente reducidas relacionadas con el dolor y la atrofia testicular, según lo descrito por el Dr. Joshua Halpern y colaboradores en el año 2016 en una revisión realizada por ellos.

La flebografía de la vena espermática se introdujo por primera vez en la década de 1970 como una herramienta de diagnóstico para la identificación de venas espermáticas incompetentes y la necesidad de una intervención quirúrgica., En 1978,  el Dr. Lima y su grupo.hizo el primer intento de una intervención terapéutica percutánea para el manejo del varicocele. La oclusión percutánea se logró inyectando una combinación de glucosa y un agente esclerosante a través de un catéter transvenoso.  Durante los años siguientes, los intentos posteriores utilizaron una variedad de métodos de obliteración, incluidos agentes esclerosantes, oclusión con balón y embolización con espiral.

Los primeros intentos de embolización percutánea emplearon un abordaje transfemoral de la vena espermática izquierda. Si bien tuvo éxito, el abordaje femoral limitó el acceso a la vena espermática derecha, lo que limitó el alcance del procedimiento a pacientes con varicocele unilateral. En 1981, el Dr. Formanek fue pionero en el abordaje transyugular, que permitió la embolización percutánea bilateral. En la actualidad, se utilizan ambos accesos, femoral y yugular, ya que existen catéteres con diferentes curvas distales pre formadas, así como microcatéteres para técnica co-axial.

El conocimiento de los patrones de drenaje venoso de la vena espermática interna es fundamental para las técnicas de acceso vascular. Por lo general, la vena espermática izquierda drena hacia la vena renal izquierda, mientras que la derecha drena directamente hacia la vena cava inferior en la pared anterolateral debajo de la vena renal derecha. Se cree que la mayor prevalencia de varicocele del lado izquierdo es secundaria al ángulo único en la confluencia de las venas espermática y renal izquierda, lo que conduce a un aumento de la presión hidrostática. Se han descrito variaciones significativas en este patrón típico con comunicaciones anómalas observadas entre las venas retroperitoneal, peritoneal, suprarrenal y porta, así como la comunicación entre las venas espermáticas izquierda y derecha.

El procedimiento generalmente se realiza de forma ambulatoria. El uso de anestesia se limita al uso de anestesia local, así como sedación intravenosa ligeras. El blindaje con fluoroscopia limitada se usa para minimizar la exposición de los pacientes a la radiación, especialmente en varones jóvenes.

El acceso más común es la vena femoral común derecha, la cual es puncionada percutaneamente con la técnica de Seldinger, sin necesidad de reaslizar incisiones en la piel. El acceso por el lado derecho se prefiere de forma rutinaria, ya que es técnicamente más fácil y proporciona un ángulo óptimo para el acceso del catéter en la vena espermática interna y renal izquierda. Para un varicocele del lado derecho, el abordaje también es por la misma vena, recordando que la vena espermática interna derecha se encuentra típicamente en un ángulo agudo en la vena cava inferior anterolateral derecha justo debajo de la vena renal derecha, teniendo que utilizar otro tipo de catéter angiográfico, que tiene doble curvatura, para poder efectuar la canulación con mayor facilidad. No obstante, existe la posibilidad de ingresar por punción de la vena yugular, cuando técnicamente se dificulta el acceso.

Una vez que se realizo la canulación de la vena espermatica en su sitio de confluencia a la vena renal izquierda y/o a la vena cava inferior, con el empleo de una guía angiográfica hidrofilica, el catéter serta descendido hasta llegar a la unión de la vena espermática interna distal y el plexo pampiniforme y se realiza en ese sitio una venografía. El patrón colateral venoso típico es la ramificación de la vena espermática interna en las divisiones medial y lateral en el nivel de la cuarta vertebra lumbar. La división medial drena hacia la vena renal izquierda o la vena cava inferior, mientras que la división lateral  puede drenar hacia las venas capsulares renales y/o colónicas. Se pueden observar comunicaciones cruzadas entre las venas espermáticas izquierda y derecha. Reconocer la presencia de colaterales es crucial, ya que una interrupción fallida de estas vías colaterales puede contribuir a la persistencia o recurrencia del varicocele. 

En la siguiente comunicación, continuare con la descripción del procedimiento, para conocer criterios de selección de materiales embolizantes, cuidados posteriores, así como parámetros para confirmar resultado satisfactorio y hasta las posibles complicaciones que puedan existir. 

La Radiología Intervencionista y drenaje de abscesos

En esta comunicación, mencionare como se lleva a cabo el drenaje de los abscesos, así como beneficios y riesgos del procedimiento, según los lineamientos de la Sociedad de Radiología Intervencionista, el cual es rutinario para todo Radiólogo Intervencionista, pero que el paciente y sus familiares debe de conocer para su tranquilidad.

Los procedimientos mínimamente invasivos guiados por imágenes como son los drenajes percutáneo de abscesos se llevan a cabo por un radiólogo intervencionista, especialmente capacitado en una sala de radiología de intervención o por medio de la orientación por tomografía computada.

El paciente se recostara sobre la camilla durante el procedimiento, o en la mesa del tomógrafo. Estará conectado a los monitores que controlan el latido cardíaco, la presión arterial, los niveles de oxígeno y el pulso.

Personal de enfermería le colocarán una línea intravenosa (IV) en la mano o brazo para administrarle medicación sedante por vía intravenosa. Esto con el propósito de mantener al paciente tranquilo, adormilado, perom reactivo, sin que tenga memoria de dolor.

Antes de realizar la punción, se ubicará el sitio de afectación y se identificará el sitio seguro de abordaje, marcándolo en la piel. Posteriormente, el radiólogo intervencionista adormecerá el área con un anestésico local. Esto podría condicionar una sensación de quemadura  o  de ardor,  brevemente antes de que el área se adormezca.

Se realiza asepsia del sitio y se cubrirá con un campos quirúrgicos la zona del cuerpo en donde se colocará el catéter, realizando una pequeña incisión en la piel, para el avance de la aguja de punción, guías, dilatadores y finalmente el catéter que servirá para el drenaje del material purulento en el sitio. De este material se obtiene una muestra para su cultivo, e identificar la estirpe del o de los micro-organismos que se encuentran produciendo el absceso. En general, este procedimiento finaliza entre 20 minutos y una hora. Permanecerá en la sala de recuperación hasta que esté totalmente despierto y listo para que lo trasladen a la cama del hospital, o se pueda retira a su domicilio, con indicaciones precisa para el buen manejo del catéter de drenaje.

Una vez colocado, el catéter se conecta a una bolsa de drenaje que se encuentra fuera del cuerpo. El catéter permanecerá colocado hasta que el líquido deje de drenar y la infección haya desaparecido. Posiblemente el drenaje de la infección lleve varios días.

Por lo general, los pacientes hospitalizados a los que se les practica un drenaje percutáneo de absceso se quedan internados durante unos días. Generalmente, se lleva a cabo un seguimiento mayor en forma ambulatoria y un radiólogo intervencionista lo verá en periodos regulares para asegurarse de que el proceso de sanación se desarrolla de acuerdo con lo planificado. Una vez que se haya recuperado y el radiólogo intervencionista se encuentre satisfecho con respecto a la finalización de la sanación, se quitará el catéter.

Una vez finalizado el procedimiento, el radiólogo intervencionista puede informar si ha sido un éxito técnico o no, explicando puntualmente las razones en ambos casos.

Para finalizar con este tema, todos los que van a este procedimiento, sean paciente o familiares, se hacen la siguiente pregunta:

¿Cuáles son los beneficios y los riesgos del drenaje percutáneo de absceso?

Beneficios

No es necesario hacer una incisión quirúrgica: sólo un pequeño corte en la piel que no necesita suturas.

El procedimiento es mínimamente invasivo y el periodo de recuperación es en general más rápido que el que lleva un drenaje quirúrgico abierto.

Riesgos

Cualquier procedimiento en el cual se penetra la piel conlleva un riesgo de infección. La posibilidad de necesitar un tratamiento con antibióticos ocurre en menos de uno de cada 1.000 pacientes.

Existe un muy bajo riesgo de reacción alérgica si se utiliza medio de contraste iodado al momento de efectual la tomografía computada. 

En muy raras ocasiones, un órgano adyacente puede resultar afectado por el drenaje percutáneo de absceso.

En ciertas ocasiones podría haber sangrado.

El catéter colocado al momento del drenaje percutáneo de absceso posiblemente se bloquee o se salga de lugar por lo que requerirá que se manipule o se cambia el catéter. Asimismo, una acumulación muy grande o compleja de líquido posiblemente necesite más de un drenaje de absceso.

En el siguiente comunicado, abordaré algún un tema en relación a otro de los diversos procedimientos de la Radiología Intervencionista.

La Radiología Intervencionista y drenaje de abscesos

Un absceso es en una acumulación infectada de fluidos dentro del cuerpo. En general, las personas que tienen un absceso padecen fiebre, escalofríos y dolor en un lugar cercano a la zona involucrada. Si el paciente tiene estos síntomas, no es inusual que se lo someta a un estudio de imágenes,por lo general una tomografía computado o un ultrasonido, con el fin de ayudar a identificar y hacer un diagnóstico correcto del absceso. Una vez que se diagnostica el absceso, el médico y el radiólogo intervencionista trabajarán en conjunto para establecer una terapia adecuada. Siempre que se determine que no es riesgoso, se puede utilizar el drenaje percutáneo de absceso, que permite realizar una terapia mínimamente invasiva para tratar el absceso.

En el drenaje percuáteneo de absceso, el radiólogo intervencionista utiliza la guía por imágenes que pueden ser tomografía computada, ultrasonido o fluoroscopia para colocar una aguja delgada dentro del absceso para obtener una muestra del líquido infectado de una zona del cuerpo como el tórax, abdomen o pelvis. Luego, se deja colocado un catéter de drenaje para que drene el líquido del absceso. Podría llevar varios días para poder remover todo el líquido. En forma ocasional, los abscesos que no pueden tratarse por medio del drenaje percutáneo podrían requerir de un drenaje quirúrgico en la sala de operaciones.

De acuerdo a la Sociedad de Radiología Intervencionista, el drenaje percutáneo de absceso en general se emplea para extraer el líquido infectado del cuerpo, más comúnmente ubicado en el abdomen y la pelvis. El absceso podría ser consequencia de una cirugía reciente o un efecto secundario de una infección como la apendicitis o la diverticulitis. En menor medida, el drenaje percutáneo de absceso puede practicarse en el tórax o en otras partes del cuerpo.

Los pacientes a los que se les practica el drenaje percutáneo de absceso se los coloca en dos categorías generales:

Los hospitalizados, que frecuentemente se recuperan de una cirugía.

Los no hospitalizados y tienen los síntomas detallados anteriormente. En estos casos, posiblemente deba internarse en el hospital en el día en que se le practique el procedimiento.

El paciente debe de informar sobre todos los medicamentos que esté ingiriendo. Lista de  las alergias, en especial a los anestésicos locales, anestesia general o a los medios de contraste. Su médico le podría indicar que deje de tomar aspirinas, medicamentos antiinflamatorios no esteroides  o anticoagulantes.

Las mujeres siempre deben informar a su médico y al radiólogo intervencionista si existe la posibilidad de embarazo. Muchos exámenes por imágenes no se realizan durante el embarazo ya que la radiación puede ser peligrosa para el bebé. En caso de que sea necesario el examen de rayos X, se tomarán precauciones para minimizar la exposición del bebé a la radiación. 

Con la excepción de los medicamentos, su médico le podría indicar que no beba ni ingiera nada por varias horas antes del procedimiento.

El catéter es un tubo de plástico largo, delgado, considerablemente más pequeño que la punta de un lápiz, o aproximadamente un diámetro de 2 a 3 milímetros.

El drenaje percutáneo de absceso en general se realiza con la orientación por medio de imágenes de tomografía computada, ultrasonido o imágenes fluoroscópicas de rayos X, mencionando a continuación las características de cada uno de estas herramientas diagnósticas:

Tomografía Computada

El tomógrafo es una máquina de gran tamaño, con forma de anillo con un túnel corto en el centro. Uno se acuesta en una angosta mesa de examen que se desliza dentro y fuera de este corto túnel. El tubo de rayos X y los detectores electrónicos se encuentran colocados en forma opuesta sobre un aro, llamado gantry, que rota alrededor del paciente. La computadora que procesa la información de las imágenes se encuentra ubicada en una sala de control aparte. Allí es adonde el radiólogo intervencionista opera el dispositivo de exploración y monitorea su examen en contacto visual directo

Ultrasonido

Los exploradores de ultrasonido están compuestos por una computadora y un monitor unidos a un transductor, que es un dispositivo pequeño que parece un micrófono. Algunos exámenes podrían utilizar diferentes tipos de transductores, con capacidades diferentes durante un mismo examen. El transductor envía ondas sonoras de alta frecuencia inaudibles hacia adentro del cuerpo y luego capta los ecos de retorno. Los principios se asemejan al sonar utilizado por barcos y submarinos.

El radiólogo intervencionista aplica una pequeña cantidad de gel en el área bajo examinación y coloca allí el transductor. El gel permite que las ondas sonoras viajen de ida y vuelta entre el transductor y el área bajo examinación. La imagen por ultrasonido se puede ver inmediatamente en un monitor que se parece al monitor de una computadora. La computadora crea la imagen en base al volumen, el tono  y el tiempo que le lleva a la señal de ultrasonido volver hacia el transductor. También toma en cuenta a través de qué tipo de estructura del cuerpo y/o tejido el sonido está viajando.

Rayos X

El equipo generalmente utilizado para este examen consiste en una mesa radiográfica, uno o dos tubos de rayos X y un monitor similar a un televisor ubicado en la sala de exámenes o en un cuarto cercano. La fluoroscopia, que convierte los rayos X en imágenes de video, se utiliza para o guiar y monitorear el progreso del procedimiento. El video es producido por la máquina de rayos X y por un detector que está suspendido sobre la mesa en la que yace el paciente.

En la siguiente comunicación, como se lleva a cabo, así como beneficios y riesgos del procedimiento, el cual es rutinario para todo Radiólogo Intervencionista.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

Esta comunicación será la ultima donde comentaré lo ultimo, como conclusiones del manejo por radiología intervencionista de en los casos de hemorragia de tubo digestivo.

Es muy importante tener un retardo de 25 segundos para iniciar los cortes en el estudio de Angio-TAC abdominal, ya que con éste se logra obtener el reforzamiento del intestino durante la fase capilar tardía; se obtienen diversas ventajas, entre ellas lograr un periodo de tiempo amplio para que el contraste inyectado circule a través de la vascularidad intestinal, se evidencie la lesión sangrante y se localice en forma de depósito dentro de la luz del intestino. Así mismo, se pueden identificar aún y con buen contraste en su interior a los vasos mesentéricos, tanto en sus troncos principales, como en vasos pequeños. Teóricamente, este tiempo de retardo incrementará la sensibilidad del estudio, permitiendo detectar hemorragias de rango lento que pudieran no ser evidentes en la fase arterial. 

Para finalizar este tema, como conclusiones se pueden enunciar las siguientes:

  1. El manejo integral del paciente con hemorragia de tubo digestivo es un reto que involucra a muchas especialidades médicas, pues el objetivo final es el corregir exitosamente la causa del sangrado, y con esto preservar la vida del paciente 
  2. Desde el punto de vista de la radiología actual, se participa para el diagnóstico del origen y/o de la causa del sangrado, cuando por los métodos ya referidos de endoscopía y medicina nuclear no ha sido posible descubrir el origen. 
  3. El orden en que se realizan los estudios dependerá de las condiciones clínicas y estabilidad hemodinámica del paciente.
  4. En los casos en los que existen alteraciones hemodinámicas o en los que ya se estabilizó al paciente, pero que aún presentan datos de sangrado activo, antes de realizarse angiografía selectiva de vasos mesentéricos, así como de tronco celíaco, realizamos estudio de angiografía por tomografía axial computarizada de abdomen, ya que es un estudio no invasivo, que si se realiza de acuerdo a los protocolos establecidos y conocidos, su utilidad diagnostica es alta, en sensibilidad y certeza, como ya se mencionó. Si bien está ya estipulado su empleo como la modalidad primaria para estos casos porque es rápidamente realizable, con obtención temprana de información a pesar de enfrentarse a patologías en las que el diagnóstico se hacía difícil y se hacía incómoda la postura del médico ante el paciente y sus familiares. 
  5. La única limitante que existe para que las imágenes sean de calidad diagnóstica, es la condición de que el estudio se realice en equipos con multidetectores, siendo la cifra ideal de por lo menos 64, ya que con menos, la calidad disminuye y los hallazgos pueden pasar inadvertidos, o peor aún, tener resultados falso-positivos y/o falso-negativos. Así mismo, estamos convencidos que aún deben de realizarse más estudios controlados, sobre todo en lo referente al protocolo de realización, para optimizarlo y para así obtener resultados que validen la eficacia, eficiencia, sensibilidad y especifi- cidad al compararlo con otros estudios de diagnóstico por imagen. 
  6. En la actualidad, seguimos apoyando el empleo de la arteriografía abdominal selectiva, para el diagnóstico de casos difíciles o no demostrables por otros medios de imagen, así como para el tratamiento de sangrado activo que pone en riesgo la vida de los pacientes, tomando en cuenta las limitantes propias de estos estudios. Realizamos cada vez más procedimientos de embolización super selectiva, con empleo de micro esferas y/o microcoils, sobre todo en el sangrado de tubo digestivo alto en pacientes hemodinámicamente inestables, ya que es un procedimiento técnicamente fácil de llevar a cabo en manos capacitadas y con apoyo paramédico profesional, de resultados inmediatos y con tiempo menor si se compara con una cirugía abdominal. La decisión de realizar estos procedimientos siempre será de tipo interdisciplinario, pues intervienen especialidades médicas como son cirugía general, terapia intensiva, gastroenterología, anestesióloga, apoyo ventilatorio y banco de sangre. 

Con esto, finalizo estas comunicaciones, detalladas para el manejo de pacientes, con sangrado activo de tubo digestivo, recordando que cada paciente debe de ser evaluado de forma independiente e individual, pues la respuesta clínica en cada paciente, siempre será diferente. Los médicos vemos y tratamos enfermos, no enfermedades.

En la próxima comunicación, tocare otros puntos de interés en el campo de la Radiología Intervencionista.

La Radiología Intervencionista y hemorragia de tubo digestivo

En esta comunicación, continuare comentando las bondades de la AngioTAC Abdominal, en los pacientes que presentan hemorragia en alguna región del tubo digestivo.

Se puede obtener información etiológica en muchos casos, especialmente en el sangrado de tubo digestivo bajo. Puede fácilmente apoyar en el diagnóstico de enfermedad diverticular complicada, que es la causa más común de sangrado de tubo digestivo bajo. Junquera y colaboradores reportaron la sensibilidad, especificidad y valor predictivo positivo que fueron de 70, 100 y 100% respectivamente en la detección de angiodisplasias del colon. Éstas llegan a ser la causa en el 40% de las hemorragias de tubo digestivo bajo en pacientes por arriba de los 60 años de edad y es la segunda causa más común de este tipo de hemorragias. El distinguir entre enfermedad diverticular y angiodisplasias sangrantes, cuando es posible, es importante por las diferencias en el pronóstico entre ellas. Aunque la hemorragia cesa espontáneamente en el 80% o más de los casos de angiodisplasias y en un 75% de los casos de enfermedad diverticular complicada, el sangrado recurrente puede llegar a ser del 85% en angiodisplasias no tratadas y de sólo el 25% en enfermedad diverticular complicada. La AngioTAC abdominal puede ayudar certeramente en el diagnóstico de neoplasias y colitis, que son tercera y cuarta causas de sangrado de tubo digestivo bajo, respectivamente. 

La localización concurrente de la hemorragia activa y el diagnóstico subyacente del origen de la misma pueden tener también implicaciones importantes en el tratamiento y el manejo de las mismas. De tal manera, que la localización por AngioTAC abdominal puede ayudar a determinar el procedimiento endoscópico, especialmente cuando la localización del sangrado, tanto de tubo digestivo superior como inferior, es difícil o no es confiable; y a la inversa, la localización dentro de intestino delgado puede prevenir endoscopias innecesarias, facilitando la decisión de intervenciones endovasculares o quirúrgicas. 

Dentro del protocolo del estudio para detectar sangrado gastrointestinal, se sugiere realizar los siguientes parámetros importantes: 

  1. Realizar siempre una serie de cortes previos, sin empleo de ningún tipo de contraste, para así poder identificar áreas de hiperdensidades preexistentes y no confundirlas con zonas de hemorragia en el estudio contrastado. Para esto se realizan cortes de 3 mm de grosor, con intervalos de 3 mm. 
  2. Los cortes con contraste endovenoso se realizan con grosor de 0.9 mm, y con intervalos de 0.45 mm. 
  3. Sólo se emplea contraste endovenoso y nunca oral, pues este último podría condicionar dificultad en identificar sitio de sangrado, porque las densidades se igualarían. 
  4. La cantidad de contraste endovenoso a emplear es de 70 mililitros, a una velocidad de inyección de 4 mL/seg, con retardo para el inicio de los cortes de 25 segundos, iniciando los cortes a nivel de apófisis xifoides hasta las regiones inguinales 
  5. Siempre evaluar los estudios en todos los cortes axiales, antes de realizar reconstrucciones coronales y sagitales. Éstos se realizaran después de identificar el sitio de mayor densidad, para así localizar el segmento de intestino con hemorragia, siguiendo la distribución anatómica del mismo y para el detalle anatómico del mapeo vascular. 
  6. La interpretación rápida de los hallazgos y la comunicación de los mismos son esenciales para el manejo óptimo del caso. 

Debido a la intermitencia natural del sangrado intestinal, es imperativo que la Angio-TAC abdominal se inicie lo más rápido posible después de la detección clínica de hemorragia activa, para así maximizar la posibilidad de identificación del sitio y posible causa. Es de vital importancia en el diagnóstico, siempre realizar los cortes simples, sin que se haya ingerido ningún tipo de sustancia que funcione como contraste radiológico, ya que la presencia de medios de contraste orales positivos pudieran dificultar la identificación de sangrado activo; es más, contrastes retenidos dentro de la luz intestinal pueden erróneamente interpretarse como hemorragia activa, si no se realizó previamente un estudio simple y poder realizar una comparación entre las imágenes, como se menciono con anterioridad.

La próxima comunicación será la ultima donde comentaré lo ultimo, como conclusiones del manejo por radiología intervencionista de esta patología.